El miembro de la Unidad de Prevención de la Policía Local de Florencio Varela, decidió dirimir la discusión entre su padre y un vecino disparando al vecino por la espalda con el arma reglamentaria.
Miércoles 28 de diciembre de 2016 14:20
El hecho ocurrió en el barrio San Jorge de Florencio Varela, en el conurbano bonaerense. En medio de una discusión entre dos vecinos por un camión mal estacionado, el hijo del propietario del vehículo decidió dirimir la disputa disparando a su vecino por la espalda.
Miguel Alejandro Bustamante, de 21 años, quien disparó con una pistola Bersa Thunder 9 milímetros, forma parte de la Unidad de Prevención de la Policía Local desde hace 8 meses. Tras un llamado al 911 fue detenido y será separado de su cargo hasta que termine la investigación. Jonathan Ezequiel Pastrán, de 27 años, fue trasladado por sus familiares hasta el hospital Mi Pueblo, donde fue sometido a una delicada operación debido a que el proyectil entró por la espalda y salió por el tórax.
La causa iniciada por Vanesa Maiola, fiscal de la Unidad Funcional Nº 6 de Florencio Varela, dependiente del departamento judicial de Quilmes, fue caratulada “Tentativa de homicidio calificado por el uso de arma de fuego”.
Un tópico recurrente en la discusión sobre estos supuestos “excesos” de las Policías Locales es la “escasa formación”, pero poco se habla de quienes forman a estas fuerzas y para qué. El historial de gatillo fácil de la Policía Bonaerense muestra que el problema no son los tiempos, sino la impunidad propia de estas fuerzas. Su accionar represivo contra el pueblo trabajador como brazo armado el Estado, contra quienes se atreven a cuestionar su poder y los intereses de su clase, desvela su verdadera función.
Los recientes hechos del barrio porteño de Flores que conmovieron a todo el país generaron un fuerte debate en torno al tema de la “seguridad”. Los vecinos que protestaban frente a la Comisaría 38 por la muerte de Brian, de 14 años, quien recibió un disparo en medio de un hecho de robo callejero, manifestaron frente a las cámaras que la Policía es parte del delito, pero aun así reclamaban más presencia policial.
Es cierto, las fuerzas de “seguridad” amparan o directamente organizan el crimen y el gran delito con la complicidad de sus protectores políticos. El narcotráfico, la trata de personas, el regenteo de la prostitución, las coimas por “cuidar” comercios, los robos y desarmaderos de autos, el juego clandestino y el contrabando no podrían existir si no contasen con el accionar directo de esas fuerzas.
El perjuicio que representan las fuerzas de “seguridad” para quienes habitan los barrios populares y su rol represivo son insoslayables. Las estadísticas indican que una persona es asesinada cada 25 horas por parte de las distintas fuerzas policiales, según el archivo anual elaborado por la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi). Las mismas fuerzas que, además, persiguen y reprimen a los sectores populares cuando se movilizan en reclamo de derechos laborales y sociales.
Que los sectores populares se sumen a la campaña a favor de la “mano dura”, de los linchamientos y de la justicia por mano propia, que bien apuntalan los grandes medios de comunicación, solo sirve de cobertura ideológica para los principales organizadores criminales y el aumento del poder de fuego de las fuerzas represivas del Estado.