Conversamos con Bodour Hassan, activista feminista palestina, sobre lo que está dejando la heroica resistencia del pueblo palestino, con la juventud como protagonista. Sus nuevas formas de organización, los desafíos que enfrenta esta joven generación de activistas y en particular las mujeres palestinas.
Luego del brutal bombardeo a la Franja de Gaza por parte del Estado de Israel, mientras días antes comenzó una represión en Jerusalén oriental que se extendió a las llamadas ciudades mixtas y a Cisjordania, se vio la resistencia de una juventud sin ataduras con los partidos tradicionales palestinos y la unificación del conjunto del pueblo expresada en la histórica huelga del 18 de mayo.
¿Cuál es el rol que jugó la juventud palestina en la resistencia a la represión israelí?
Todos los enfrentamientos que han empezado en la segunda semana de abril, que fueron los primeros días del Ramadán, el origen de estos enfrentamientos fue el enfado de los jóvenes tras la decisión de las fuerzas israelíes de bloquear la entrada de la Puerta de Damasco; ese fue el origen, la causa primera. Obviamente hubo otras razones, como la represión masiva.
Pero el origen directo fue el enfado de la juventud, y la mayoría de los participantes fueron jóvenes, muchos menores de 18 años, y la mayoría eran jóvenes políticamente no activos. Mucha gente dice que esos jóvenes tienen problemas con su identidad, que Israel ha logrado erradicar su identidad, su conciencia. Pero lo más importante fue ver cómo esos jóvenes han sido capaces de redefinir esa identidad, su participación política.
Cuando los jóvenes fueron capaces de forzar a Israel a remover las barreras, toda la gente fue a participar, no solo los jóvenes. También las familias, los mayores, todas las ciudades. Yo no estoy de acuerdo en decir que este movimiento es solo de jóvenes. Todas las categorías del pueblo palestino están participando, cada uno de acuerdo a su posibilidad, con su capacidad. Pero obviamente la mayoría más activa, como en todos los levantamientos, son jóvenes.
También la misma causa se repite en Sheik Jarrah por ejemplo, durante las manifestaciones contra el traslado forzoso y el despojo de familias, la mayoría de los participantes son jóvenes. Los que escriben sobre lo que está ocurriendo, las y los periodistas, las y los dirigentes del movimiento, los que están manifestando, obviamente la mayoría son jóvenes. Pero también hay activistas veteranos que son muy activos en inspirar, en dirigir, en participar. Es muy importante mencionar su rol, el papel que están jugando. Además de la participación de las y los jóvenes.
Lo mismo cuando hablamos de la participación en las tierras del 48, en la totalidad de la Palestina histórica, como dije, la mayoría de los que participan son jóvenes que también han organizado la huelga general del 18 de mayo que ha unificado a todos los palestinos desde el mar hasta el río [desde el mar Mediterráneo hasta el río Jordán: territorio histórico palestino, N. de R.].
¿Cuál es su relación con las direcciones tradicionales palestinas?
Esos jóvenes son muy diferentes porque muchos de ellos no son miembros de algún partido o de algún movimiento político. Hay jóvenes que obviamente son politizados pero contra todos los partidos tradicionales y seguramente también contra la Autoridad Palestina en Cisjordania que trató de reprimir el movimiento, de detener a los jóvenes. A pesar de la oposición a muchas de las políticas de Hamas hay que añadir que esos jóvenes han apoyado y están apoyando la resistencia. Esa diferencia de Hamas como organización política, que es muy criticada por todos lados, por muchos de los palestinos, pero no como arma de resistencia, que es una resistencia legítima contra la ocupación, contra el asedio, el bloqueo que existe desde el 2007.
Hay mucha diferencia entre este actual movimiento y los movimientos pasados.
Como dije, no está dirigido por los partidos, estos jóvenes están produciendo unos movimientos, unos colectivos que son anti las jerarquías tradicionales, contra esas jerarquías. Están basados en movimientos de las comunidades, que están conectados entre los pobladores de toda la Palestina histórica.
¿Este movimiento de resistencia dio organizaciones de base?
Absolutamente, la organización de base es muy importante, hay movimientos como los feministas, el movimiento contra la violencia interna de mi pueblo de Umm al-Fahm [ciudad árabe israelí, del distrito de Haifa, cercana a la línea verde –impuesta en 1948 por Israel– que separa a ese Estado de Cisjordania, N. de R.], los movimientos de estudiantes que son muy activos en la calle, en organizar las manifestaciones, en apoyar a las y los detenidos. Pero también el levantamiento en sí mismo ha producido sus propios movimientos, en casi todo pueblo o ciudad palestina hay nuevas y nuevos activistas que se están unificando, están apoyando nuevas iniciativas como la de la economía palestina [un movimiento de compra de productos solo palestinos, N. de R.].
Por supuesto también para apoyar a los detenidos, porque ahora estamos viviendo bajo un ola de detenciones masivas. Israel ha detenido más de 2.000 palestinos, solo en los territorios del 48, que son los territorios de la Palestina de la “línea verde”, además de más de 100 en Jerusalén y Cisjordania. Para apoyarlos a ellos y sus familias, para que reciban apoyo legal, [están] estas organizaciones, que no pertenecen a ninguna organización política. En estas organizaciones hay jóvenes que probablemente son miembros de alguna organización política pero participan como simples palestinos.
También para la organización de la huelga, la coordinación entre todos esos movimientos, la creación de pequeños… ahora, no hablamos de grandes movimientos pero está empezando con esas organizaciones que son pequeñas, que no tienen esas jerarquías tradicionales de líderes, son movimientos desde abajo. En mi opinión uno de los logros más importantes de este levantamiento es ofrecer un espacio cívico para organizar y coordinar.
¿Cómo funcionan esas organizaciones de base, cómo se organizan entre ellas?
En todo pueblo, en toda ciudad hay gente, jóvenes muy activos durante las manifestaciones, que crean grupos [en las redes sociales,N. de R.] para organizar una manifestación, para apoyar a la familia de los presos, organizar actos afuera de la cárcel o un corte. Por supuesto que usan las redes sociales para organizarse entre ellos cuando no pueden unirse en el espacio público, pero eso es solo un instrumento.
Como dije, estamos hablando de iniciativas que son muy nuevas y muchas personas no eran muy activos políticamente, están descubriendo la fuerza de ese tipo de organización [de base, N. de R.], pero también los problemas, las limitaciones, qué es lo que tenemos que hacer para mantener la lucha viva, para enfrentar la ola de las detenciones masivas. Cuyo objetivo es, obviamente, erradicar este movimiento histórico, es reprimir, impedir que los palestinos salgan a la calle a manifestarse. Es un instrumento de opresión pública para intimidar, para aterrorizar a la gente, porque Israel quiere impedir este movimiento y todo lo que estamos viendo ahora es la intención de enfrentar ese terrorismo de Estado, esa represión. A pesar de todo, a pesar de las detenciones, de la represión, de la violencia contra las y los manifestantes, estamos creando otras organizaciones fuera de los partidos y líderes tradicionales, probablemente con su ayuda en algunas ocasiones, pero como movimientos independientes.
¿Cuál es la situación de los trabajadores palestinos tanto en Cisjordania, en los territorios ocupados, como en Israel?
No podemos hablar de la misma situación en todas las localidades. Por ejemplo los desafíos de los palestinos que viven en la “línea verde” [en las ciudades árabes israelíes dentro del Estado de Israel, N. de R.] son diferentes de los otros trabajadores. Todos son oprimidos, todos están, en la arquitectura del aparato de opresión israelí, en lo más bajo. Pero por ejemplo los trabajadores que son de Cisjordania que vienen a trabajar aquí dentro de la línea verde o que tienen que trabajar en los asentamientos, no tienen derechos de trabajadores, no tienen la posibilidad de organizarse, de participar en la huelga.
Aquí donde los trabajadores tienen su ciudadanía es probablemente más fácil o mejor dicho: menos difícil. Pero también muchos de ellos son trabajadores de servicios, de la construcción, son trabajadores que tienen el salario mínimo y sus condiciones laborales son muy difíciles, también hay trabajadores que tienen mejores condiciones. Pero lo común a todas las trabajadoras y trabajadores palestinos es que todos ellos viven bajo un sistema de opresión, de discriminación económica, social, que viven bajo el riesgo de algún castigo, si participan de algo político está también la posibilidad de violencia de los derechistas israelíes en su contra, por ejemplo, los choferes de colectivos –que la mayoría de ellos son palestinos–, que todo el tiempo sufren violencia e intimidación y es muy difícil organizarlos.
Israel siempre ha tendido a reprimir al movimiento obrero palestino a través de organizar la Histadrut, que es la unión sionista de trabajadores, y los palestinos no pueden organizarse como trabajadores, como un colectivo de trabajadores palestinos.
Ese fue el desafío de la huelga [del 18 de mayo, N. de R.] que a pesar de todo, los trabajadores también están participando, están activos. No solo para conseguir sus derechos nacionales, políticos, sino también por sus derechos sociales, que es parte de esa lucha. Porque para los obreros y obreras esa lucha es una lucha nacional, política, descolonizadora. También la lucha por su dignidad como obreros, con sus derechos, son luchas inseparables.
¿Hay entre las mujeres palestinas un movimiento feminista? Y si es así, ¿cómo se articula con la lucha contra el colonialismo israelí?
Hablamos de un movimiento muy diverso, no es un movimiento homogéneo que tiene el mismo color, la misma dimensión. Hay mujeres que están muy activas, probablemente no prefieran usar la definición de feminismo, no pertenecen a un movimiento feminista, pero su participación, su articulación es feminista. Para nosotras [se refiere a las mujeres activistas palestinas, N. de R:], obviamente la definición es importante, pero lo más importante es cómo estamos pensando, tratando de hacer esos debates.
Los movimientos palestinos son muy viejos y esta certidumbre de que tenemos que enfrentar el colonialismo, que tenemos también el sistema patriarcal, no es nuevo, es un desafío muy viejo.
No podemos hablar de un movimiento feminista, hablamos de movimientos feministas, de grupos de activistas feministas y grupos de mujeres que están muy activas en organizar las manifestaciones, en escribir, en compartir, en representar a los detenidos. Porque por ejemplo en muchas ciudades la mayoría de las abogadas que están representando a los detenidos políticos son voluntarias, mujeres que están trabajando para ofrecer esa ayuda y para organizar los movimientos y las protestas. Son las mismas mujeres que siguen activas en los esfuerzos anti patriarcales, para combatirlo, para hacer ese cambio social, un cambio de largo alcance.
Nosotras pensamos que la descolonización, cambiar el sistema [impuesto por Israel, N. de R.] es muy difícil, es un desafío grande. Pero cambiar la sociedad, hacer un cambio social, es aún más difícil y requiere mucho más esfuerzo, trabajar día a día, con la gente, con los niños, y también con nuestros compañeros varones. Sabemos que esas manifestaciones de patriarcado existen en todos los espacios, incluso en los espacios de las manifestaciones [para organizarlas, N. de R.], en los espacios que parecen ser anticoloniales, pero también ahí se manifiesta el patriarcado.
La intersección de nuestra lucha feminista, política, anticolonialista y antisistémica, hace esa lucha más difícil pero mucho más importante. Ese conocimiento de que en todos esos movimientos, todos esos levantamientos, todas esas luchas, no hay prioridad de una sobre otra. No decimos que una lucha es más importante que la otra, pensamos que las dos luchas son iguales: contra el patriarcado local y contra el colonialismo, que es también un sistema patriarcal. El colonialismo también es un sistema sexista, un sistema misógino, un sistema que mata mujeres, que usa esa lengua muy patriarcal y muy chauvinista.
Sabemos que esas dos luchas y nuestra lucha por todos nuestros derechos, por nuestra libertad como mujeres, [pero también] como palestinas y palestinos, todas esas luchas contra el sistema capitalista: el colonialismo, el patriarcado, son luchas que tenemos que dar, que tenemos que enfrentar.
Edición audiovisual: Made Pedernera
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