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Red Internacional
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EMPATE SUPERCLÁSICO. River-Boca: de jueces y verdugos

La lluvia ayudó al partido que quería Boca. River no pudo hacer pesar su juego, tanto por el agua como por la incomodidad que le generó su rival más serio en el Monumental. Fue un 1 a 1 muy condicionado por un pésimo arbitraje de Vigliano.

Lionel Pasteloff @LionelPasteloff

Lunes 6 de octubre de 2014 03:00

Este superclásico empezó a jugarse antes del saque inicial. La lluvia, otra vez protagonista de un domingo deportivo, fue el factor que puso muy en duda el inicio del partido. Aunque finalmente comenzó, las condiciones hacían prever un partido muy distinto al imaginado originalmente.

El primer tiempo, aún cuando estuvo injugable, dejó mucho para señalar: A los 22 cortando cierto dominio local, Magallán se bancó los agarrones y puso el 1-0 tras un centro lejano de Carrizo. El partido, más a pedir de Boca que nunca.

River empezó a ir más y algunas tuvo. Cabezazo de Mercado en el palo y una buena tapada de Orión a Funes Mori. El asedio no era permanente pero alcanzaba a constituir una tendencia.

Sobre los cuarenta minutos llegó la jugada del partido: Tras un centro rechazado, Rojas remató y Gago se interpuso. Aunque a primera vista pareció dudosa, estuvo lejos de ser mano. Vigliano, quien estaba a metros y no puede permitirse dudar, eligió sancionar penal y, mostrando otro error (esta vez conceptual), optó por expulsar al volante, por un último recurso que tampoco existió.

Mora se encargó del penal, más por su voluntad que por alguna otra cuestión. El cambio de pateador (el habitual era Teo Gutiérrez) produjo el efecto más temido: El tiro se fue por encima del travesaño. Boca seguía en partido. En tiempo de descuento Teo empujó al gol una jugada (ya anulada) de Sánchez por un offside dudoso que costó ver. No hubo tiempo para más. Se cerró el primer tiempo con un Boca en ventaja que se preparaba para suplir con esfuerzo el jugador menos.

El complemento arrancó con Boyé errando una chance, algo que se repetiría más tarde. Hacia los diez minutos, un fuerte cruce de Mercado a Insúa (recién ingresado) puso de nuevo en el rol protagónico a Vigliano: Lo que fue una violenta falta de roja directa, derivó en una simple amarilla.

Más allá del cabezazo de Mora desviado por Orión, el partido entró en una meseta. A Boca no le requería un enorme esfuerzo sostener el trámite y empezó a sentirse cómodo. River no encontraba la forma de llegarle como antes y todo se le hacía cuesta arriba.

Ahí fue cuando Gallardo jugó su última carta. Sacó a Pisculichi y a Sánchez para que ingresen Pezzella y Solari. La apuesta era clara: más allá de que la cancha estaba mejor, se iba a buscar el empate por arriba.

Arruabarrena quiso contrarrestar la movida mandando a la cancha a Chiqui Pérez, pero no hubo tiempo. Tras un pelotazo de un Funes Mori sin oposición, Pezzella cabeceó y luego aprovechó un rebote imperfecto de Orión para poner el 1 a 1. Al DT millonario le salió bien el intento, más allá de renegar de ciertos modos de búsqueda ante los medios.

Boca tenía todos los boletos para derrumbarse. Había querido jugar un partido y en parte le salió. Aprovechó la lluvia, aunque por momentos la sufrió, teniendo que remar con uno menos. Pero a doce del final se encontraba con un empate y teniendo que bancar el aluvión local.

En la adversidad el visitante bancó ese lapso y rápidamente todo se emparejó. Una imprudencia de Funes Mori (jugada muy similar a la de Mercado), barriéndose con extrema violencia, dejó a River con diez y frenó la ansiedad del Millonario.

Quedaban unos minutos, los dos sentían que podían y si bien no miraban tan enojados el empate, sentían que la épica era posible. Meli pateó un tirito tras la salida de un córner. De a poco Boca se volvió a sentir con posibilidades. Un blooper de Barovero y un mano a mano desviado por el arquero a Chávez lo pusieron al borde del triunfo. River lo tuvo con dos del ya mencionado Boyé, muy mal resueltas. Y no hubo tiempo para más.

En ésta era de superclásicos mediaticos, no hay nada que deje más material que un empate. River puede culpar a la cancha, pero no al planteo de Boca, el cual ya suponía de antemano. El Xeneize, sin mostrar las virtudes de este ciclo de Arruabarrena, se mostró combativo y en la adversidad se hizo fuerte, aunque lejos de jugar bien. Uno se va contento por remontar el partido más difícil que le tocó en el torneo, mientras que el otro se lleva la certeza de haber peleado sin caer. Dependiendo del color del declarante, definiremos jueces y verdugos.