Conversamos con residentes de psicología del Htal. Guitierrez y Htal. Elizalde (ex Casa Cuna) de CABA. Nos cuentan en primera persona el aumento en la demanda de atención, la falta de personal y dispositivos, agravada por los recortes presupuestarios y aumento de la precarización.
Miércoles 9 de febrero de 2022 10:03
Los hospitales Gutierrez y Elizalde son dos hospitales generales especializados en niños, niñas y adolescentes (NNyA) de la Ciudad. Ambos cuentan con servicios de salud mental que brindan atención por consultorios externos, guardia, internación e interconsulta a personas menores de 18 años que padecen distintos tipos de sufrimientos subjetivos. Algo que ha aumentado en el transcurso de los últimos años, sobre todo bajo el efecto de las consecuencias sociales y económicas de la pandemia del COVID-19.
En este marco, conversamos con Pedro Barruti y Florencia Loiacono, residentes de psicología del Htal. Gutierrez, y con Melina Michniuk, residente de psicología del Htal. Elzalde. Ellos participan de la asamblea de residentes y concurrentes de CABA y, además, Melina milita en la “Agrupación Marrón Salud” (PTS) en el Frente de Izquierda. Nos cuentan desde adentro el aumento en la demanda de atención, la falta de personal y dispositivos, agravada por los recortes presupuestarios y aumento de la precarización.
LID: ¿Cómo se vive en los servicios de salud mental el impacto de la pandemia?
Melina: Las medidas económicas, sociales y sanitarias que se tomaron alrededor del COVID-19 fueron un gran catalizador de problemáticas de salud mental, desde la dificultad para adquirir o sostener determinadas pautas del desarrollo (como el habla, el control de esfínteres, etc) hasta mayor cantidad de situaciones de ansiedad, depresión e intentos de suicido; lo que genera un aumento en la demanda de consultas y necesidad de atención. Como residentes, en nuestro primer año de trabajo, tuvimos alrededor de 20 pacientes cada una de mis compañeras y ahora en nuestro segundo año seguimos haciendo malabares para sostener esos tratamientos en el marco de que también formamos parte del dispositivo de internación y de guardia del hospital. Nos quedamos muchas veces fuera de hora para poder llegar con todo y porque resulta casi imposible hacer una derivación por zona de residencia de los pacientitos, que muchas veces vienen desde muy lejos.
Florencia: También nos pasa en ambos hospitales que la Guardia, que se supone debe atender urgencias, se transformó en los últimos años en un nuevo dispositivo de seguimiento de pacientes con controles semanales, o cada 24, 48 o 72hs en lugar de un dispositivo para la atención de urgencias. Eso se dio como intento de suplir momentáneamente la imposibilidad de que quienes acudían a consulta pudieran iniciar un tratamiento propiamente dicho.
Pedro: Sí, de hecho, esto era algo que venía pasando incluso desde antes de la pandemia. Recuerdo un relevamiento que hicieron los profesionales de los diferentes equipos de guardia del hospital (hay uno por día de la semana) donde ya en el 2018/2019 aparecía entre los principales motivos por los cuales solían a acudir a la guardia los niños y adolescentes con sus cuidadores era “por seguimiento por guardia”.
LID: Parece que son muchos los NNyA que necesitan atención y pocas las manos disponibles. En ese escenario, ¿cómo repercute el progresivo cierre de las concurrencias que ha ido realizando el GCBA?
Pedro: En nuestro hospital pasaron de ser en el año 2019, 25 concurrentes en total, abarcando las especialidades de Psicología, Psicopedagogía, Musicoterapia, Fonoaudiología, Oftalmología y Kinesiología a ser solo un puesto de concurrencia en total en la actualidad que se encuentra asignado a la especialidad de Oftalmología. Una reducción abrupta que implica mucha menor capacidad de atención.
Florencia: En el servicio de salud mental se siente específicamente la falta de concurrentes en los consultorios externos y en la sala de juegos terapéutica que debió ser cerrada. Esta sala era un dispositivo creado para trabajar en el marco de la interconsulta con niñes internados por cuestiones no asociadas directamente a una problemática de salud mental, y que permitía recuperar algo del juego como vital, como creación, como esparcimiento. Algo que resulta fundamental durante la infancia y a lo largo de toda la vida, y que muchas veces cuando las internaciones de los chicos se prolongan, bajo la mirada médica, algo de esto puede quedar perdido en pos del cuerpo biológico y que era importante recuperar para ayudar también al proceso de salud de la persona.
Melina: En el Elizalde se dificultó mucho el sostenimiento de las concurrencias durante la pandemia, por no garantizarles los cuidados necesarios. También es cierto que para muchos compañeros es difícil sostener 5 años de trabajo gratuito sin salario ni ART, y que la medida del cierre de cargos lejos de reconocer el trabajo que realizan y garantizar sus derechos, es un nuevo recorte y ataque a la salud pública, sus trabajadores y usuarios que se ven afectados.
Pedro: a mí me preocupa de manera alarmante el avance en el cierre de las concurrencias, lo que se propone hasta donde entendemos es la apertura de formación y prácticas para posgrados pagos de universidades públicas y privadas. La idea es rellenar con eso los puestos recortados, lo que implica la desresponsabilización absoluta de la formación del recurso humano y de profesionales en lo público, para lo público, y dirigido por lo público con propios objetivos. Y es además un beneficio económico para los posgrados, y solo va a acceder el que pueda pagarlo, no es por concurso como es actualmente. Es una privatización de espacios del sistema público de salud.
LID: ¿Cómo creen que podría mejorarse la atención en salud mental de la población?
Pedro: La situación actual que describimos está en relación directa y a la vez compleja con las políticas públicas y los presupuestos destinados a las mismas. Tenemos una Ley Nacional de Salud Mental (LNSM) hace 10 años y estamos lejos de su plena implementación. Lo mismo sucede con la ley de salud mental de la Ciudad, que incluso es 10 años previa a la ley nacional… Sin ir más lejos, lograr internaciones por salud mental en hospitales generales es algo que no se ha conseguido en todos los efectores de salud. Esto tiene que ver con la inversión en el ámbito, el presupuesto destinado y también lo destinado a la formación y conformación de nuevos equipos y la ampliación de planteles.
Melina: Necesitamos más personal, más dispositivos cercanos a la comunidad porque los que hay no dan abasto, a la vez que mejoramos la situación de los existentes porque no puede ser que haya listas de espera de meses para un turno o que se prolongan al infinito internaciones por motivos sociales por falta de vacantes en hogares, entre muchas cosas que no funcionan. Como dice Pedro, tenemos una Ley Nacional de Salud Mental desde hace más de 10 años, que tiene un enfoque que reivindico como sumamente progresivo, pero que se vuelve papel mojado cuando se propone como recurso 1,48% de presupuesto para el área, lejos del 10% que exige la ley. Venimos arrastrando muchos años de vaciamiento a los sistemas de salud en pos del beneficio de los negocios para los privados. Con esa realidad tuvimos que afrontar a los tumbos una pandemia como la que atravesamos, y lejos de ser una lección para quienes nos gobiernan más bien se siguió recortando presupuestos en el área para juntar dinero para pagarle al FMI y los últimos anuncios del gobierno no marcan un sendero distinto.
Pedro: creo que es necesario detenerse y construir lecturas críticas en la práctica de cada día. A veces pareciera alejada de políticas y de presupuestos, cuando en realidad lo que sucede día a día, dialoga con esas posibilidades y el macrocontexto de eso que se va decidiendo o se elige no decidir. Frente a esta situación de pandemia que recrudeció una situación nada favorable la respuesta no puede ser continuar vulnerando y vaciando y achicando el sector público que, como sabemos, frente a una situación así, ha sido el único capaz de otorgar una respuesta articuladora, aun con todas sus dificultades. Lo que enseña la necesidad de seguir trabajando por la salud pública integral, de calidad, accesible y digna para quienes trabajan en la misma.
Melina: también creo que como trabajadores de la salud tenemos que ser conscientes de que si pensamos la salud mental de forma integral, ligada a condiciones materiales de existencia, con un 60% de pobreza entre los NNyA de nuestro país, ritmos de trabajo cada vez más extenuantes, inflación, etc., etc., etc. es imposible creer que en el consultorio vamos a resolver todo el daño que genera la maquinaria del sistema capitalista. No es sólo cuestión de más y mejores leyes, porque sabemos que a la primera de cambio que abandonamos las calles y la organización, avanzan sobre los derechos que en ellas están escritos. El aborto legal es un claro ejemplo de ello... Opino que tendríamos que recuperar la mirada anticapitalista de la “desmanicomialización”, que surgió al calor de grandes procesos de la lucha de clases como el “Otoño caliente” en Italia o “el Cordobazo” en Argentina, que permitió que los trabajadores de la salud, junto con usuarios, estudiantes y el conjunto de la comunidad y la clase trabajadora, cuestionaron el encierro en los manicomios como mecanismo de control del “loco y pobre”, pero también, las bases profundas de un sistema que sólo ofrece cada vez más enfermedad y miseria.