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Red Internacional
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PASO2021. Santa Fe: conclusiones desde el PTS-FITU frente a las elecciones y la derrota del Gobierno provincial

La interna de Agustín Rossi frente a los candidatos del gobernador Perotti ofició de precuela de la crisis del peronismo a escala nacional, agravada por el affaire ministerial. La crisis, sin embargo, tiene bases profundas: es el descontento popular por el ajuste en la provincia dominada por las cerealeras, donde siempre ganan los mismos. El voto castigo y la abstención como expresión de la desilusión. La pelea de la izquierda por la unidad de las organizaciones independientes de los gobiernos ajustadores en un sistema electoral que consagra siempre a la misma minoría.

Lunes 20 de septiembre de 2021 20:49

Derrota del peronismo y crisis

La derrota del domingo 12 sacudió las raíces del peronismo nacional y se consagró en la crisis ministerial que, como afirma Christian Castillo, dejó mucho más ruido y hojarasca, que cambios reales, más allá de un gabinete plagado de dinosaurios y peronistas feudales.

La derrota tuvo epicentro en la Provincia de Buenos Aires, pero fue nacional. Es decir que se expresó en numerosas provincias entre las que Santa Fe fue escenario de una de las más sonoras derrotas del oficialismo: la maquinaria del Frente de Todos perdió 10 puntos desde las PASO 2019 en una de las provincias más importantes del país en población y peso demográfico.

El impacto de la derrota del oficialismo no se da tanto por los votos del crecimiento de Juntos por el Cambio, que en honor a la verdad pasa del 43% al 40% si comparamos con las elecciones presidenciales y de diputados de octubre 2019 (aunque crece del 34% si consideramos las PASO del mismo). La verdadera debacle se da por la caída del voto al propio Frente de Todos, que pasó de 43% en el 2019 a menos del 30% en el 2021, a pesar de contar con una interna muy convocante. El peronismo en Santa Fe perdió consigo mismo ya que crecieron los votos en blanco y muy tímidamente sectores de la oposición tradicional.

El resultado electoral estuvo precedido por la crisis que significó el propio cierre de listas, con la singularidad de que en Santa Fe, a diferencia del resto de las provincias, hubo PASO dentro del peronismo. La inscripción de la lista de Agustín Rossi-Eduardo Tognilli, auspiciada por el senador Traferri y la vicegobernadora Alejandra Rodenas, y la de Marcelo Lewandowski-Roberto Mirabella, impulsada por el gobernador, por el espacio de María Eugenia Bielsa y por el presidente y la vicepresidenta, mostró a cielo abierto la crisis del peronismo provincial. De un lado, el peronismo más conservador, encabezado por Omar Perotti. Del otro lado, un lodo donde se mezclaron sectores del kirchnerismo, progresistas varios, sindicalistas y el peronismo de San Lorenzo, involucrado en los peores entramados locales de mafia, juego clandestino y corrupción policial derivados de la vida sojera y portuaria.

La crisis del peronismo provincial y su derrota electoral no puede separarse de lo que significa conducir una de las provincias más ricas, donde residen los puertos desde donde se exporta buena parte del PBI nacional, pero donde al mismo tiempo (o justamente por ello) crece una desigualdad notable y se acrecientan la pobreza, la desocupación y la precarización laboral con el aval de las burocracias sindicales afines al gobierno de turno. Estas tendencias, que ya anidaban en los gobiernos del Frente Progresista, se acrecentaron con el gobierno de Omar Perotti y el kirchnerismo, a pesar de que el “mandato” que recibieron en 2019 fue de terminar con la malaria que dejó el macrismo. La derrota electoral se origina a la vez que profundiza esta crisis.

La podredumbre que saltó con el “affaire Traferri” y las múltiples operaciones de encubrimiento, habla de una casta política que no solo protege el negocio “legal” de las cerealeras y grandes empresas, sino que también el submundo de narcotráfico y juego ilegal que opera de la mano del “boom sojero”. Todos los grandes partidos de Santa Fe impulsan esto, el dominio de los monopolios aceiteros y el lobby del agro: intentar hacer progresismo sobre esas bases sociales es un oxímoron.

Crisis del gobierno y crisis institucional

En el marco del agravamiento de la crisis política e institucional, con el encarcelamiento de fiscales, las balaceras de grupos narco, las sangrientas internas policiales, el peronismo chocó la propia calesita de su gobierno, en el marco de una grave crisis del régimen político que mancha a todos los partidos por igual. Porque más allá de que Perotti se impone en las PASO, es una derrota del peronismo de conjunto.

Así, en el marco de la derrota nacional y de podredumbre institucional, el gobernador Perotti ganó las PASO frente al sector de Rossi, pero perdiendo como conductor del peronismo frente a la Alianza de Juntos por el Cambio. Rossi se jugó todas las fichas (ya que hablamos de casinos clandestinos) y perdió, hundiendo junto a su volúmen político a los diferentes sectores del sindicalismo santafesino que acompañaron su aventura. El peronismo queda en una crisis de magnitud. Y el kirchnerismo, una crisis doble.

Por su parte, el Frente Progresista en los últimos meses continuó su sangría, perdiendo definitivamente a los últimos radicales que acompañaron su aventura: con Pullaro pasándose al macrismo y peleando el liderazgo de Juntos, el conjunto de los radicales pintaron su boina blanca de color amarillo. La candidatura de Mónica Fein junto a Clara García, luego del golpe que significó para el Socialismo la inesperada muerte de Miguel Lifschitz por Covid, fue el intento de hacer pie luego de la derrota de 2019. Así, mantuvieron el espacio que sacó Estevez en la elección de diputado de 2019, con la que el PS aspira a meter un nuevo diputado. Aún así, está lejos de la etapa de esplendor y solamente sigue administrando un declive, mucho más considerando que Pablo Javkin, con un progresismo “macrismo friendly”, se hace fuerte en Rosario, con el triunfo de Ciro Seisas.

A pesar de la crisis del régimen político de la que hablamos, y del crujir interno de los tres grandes espacios provinciales, la existencia de internas en todos ellos, con el consiguiente despliegue de medios económicos y un aparato electoral inéditos y formidables, hizo que buena parte de los votos de las elecciones de diputados vayan mayoritariamente a dirimir las internas de los partidos tradicionales con débiles liderazgos, lo cual no necesariamente habla de su fuerza.

A nivel de las elecciones municipales, como retomaremos más abajo, la existencia de pisos electorales atados a un padrón electoral y no de los votos emitidos (como sucede a nivel nacional y ya de por sí representa una traba para los partidos opositores al régimen), en un momento de un fuerte ausentismo, actuaron como una escoba para que solo pasen las listas de los partidos tradicionales, más alguna lista más. En Rosario fue el colmo: solo pasaron 5 listas de las 55 que se presentaron.

La derrota de las que se presentaron como listas progresistas en las internas del peronismo y el FAP y plantean al FITU un auditorio para pelear por fortalecer una tercera fuerza nacional de la izquierda junto a referentes como Nicolás del Caño, Myriam Bregman, Alejandro Vilca y con Octavio Crivaro, Irene Gamboa y Carla Deiana en Santa Fe: la única lista que defiende consecuentemente los intereses de la mayorías trabajadoras, las mujeres y la juventud, mucho más al calor de una crisis política que el gobierno nacional busca cerrar con un gabinete conservador y sin cuestionar el ajuste estructural que implica la presencia del FMI.

Descontento y luchas de clases

Amén de los votos que se efectuaron, un gran dato de las elecciones son los votos que no se efectuaron: los miles que no fueron a votar. La elección de Santa Fe fue récord en ausentismo y, dentro de la provincia, Rosario rompe a su vez ese récord. A nivel provincial el porcentaje del padrón que participó de las elecciones este año fue de 64%, frente a un 78%, una friolera de 14% menos de votantes. En Rosario la caída fue más chocante aún: fue a votar menos del 60% de las personas habilitadas para hacerlo.

La caída en la participación electoral hay que entenderla como expresión de un descontento frente a una situación social que se agrava, en una de las provincias que concentra, en simultáneo, la mayor riqueza de todo el país, y desde cuyos puertos se exporta buena parte de los recursos nacionales. El caso de Vicentin, donde desde el Estado se garantizaron los negocios ilícitos de un mega grupo empresario, fue la confirmación para muchos de que el gobierno defiende a los ricos, y dejó librada a su suerte a la mayoría trabajadora en medio de una pandemia: en Santa Fe no hubo IFE ni medidas provinciales de ningún tipo, no hubo apoyo a las demandas del personal de salud, no hubo respaldo a las docentes auxiliares, nada.

Ese descontento, que abarca a las grandes mayorías, se expresó durante toda la pandemia en numerosas luchas y procesos de movilización que tuvieron al Estado del otro lado del mostrador: desde la gran huelga aceitera por salario de principio de 2020, hasta el enorme y extendido conflicto de los colectiveros, se mostró la participación de grandes sindicatos industriales y de servicios. Las huelgas y movilizaciones de Amsafe, mostraron el descontento de miles de docentes que ven en Perotti un gobierno ajeno, por no decir enemigo. Las docentes reemplazantes picaron en punta en esa bronca. Las tomas de tierras que cruzaron como un surco desde San Lorenzo a Villa Constitución, pasando por Rosario, con el emblema de Magaldi, y Capitán Bermúdez: en todas esas tomas los tres niveles de gobierno actuaron como enemigos. La lucha de los jóvenes telemarketers de Hey Latam, que ocuparon el lugar de trabajo para ponerlo a producir, fue el punto más alto de una emergencia de trabajadores precarizados, fundamentalmente jóvenes, a quienes el Estado les dio la espalda. Las movilizaciones ambientalistas, que denuncian la quema de las islas, señalaron las responsabilidades de los gobiernos provinciales (de Entre Ríos y Santa Fe), municipales y, obviamente, del gobierno nacional.

Estos procesos de luchas de clases se expresaron de manera adelantada como respuesta al impacto de la pandemia, al inicio de la cuarentena. Pero todo el andamiaje sindical, derechista y pretendidamente progresista, operó para contener y pasivizar, jugando un rol de entrega en Guerrero, Buyati, Comercio, en la UTA y en todos los conflictos. El aparato político y sindical del peronismo, con la anuencia de una centroizquierda que no se juega a las luchas de clases, armaron un escenario conservador al servicio del ajuste de Perotti y Alberto Fernández cuando, sin embargo, “los de abajo” dieron sobradas muestras de voluntad de pelea.

La contracara de esta “voluntad entreguista” fue la voluntad de procesos de vanguardia y desde organizaciones del FITU como el PTS, que llamaron a instancias de coordinación y unidad, desde la que llamaron a los diferentes procesos de lucha y a la izquierda a sumarse. La importancia de la coordinación, y el rol que pueden jugar los sindicatos antiburocráticos para ello, es fundamental y decisivo frente a esa pasividad que instalan los grandes sindicatos.

Somos críticos de las conducciones de los sindicatos recuperados pero también corrientes del FITU que dieron poca jerarquía a esta política de coordinación y de lucha lamentablemente, y que hubiera permitido al menos ser una alternativa para miles de trabajadores conscientes frente a la línea de “calles vacías” del sindicalismo tradicional.

En cada uno de esos procesos crece el descontento, la bronca y una incipiente crisis del gobierno provincial. El PTS, por ello mismo, fue parte de todas y cada una de esas peleas. En las luchas, apostamos a la coordinación y a rodearlas de solidaridad para que triunfen, siempre llamando a la más amplia unidad. En la campaña electoral, buscamos expresar, a todos los sectores que, con descontento y desencanto, se alejaron de los partidos tradicionales. Entre lucha de clases y pelea electoral hubo una coherencia, y la pelea por la unidad en ambos planos, también.

Los mecanismos proscriptivos y el Frente de Izquierda-Unidad

En un mar hipercompetitivo de internas de los partidos patronales, el Frente de Izquierda-U encaró sus internas, entre la lista conformada por el PTS, el Partido Obrero e Izquierda Socialista, y el MST por otro lado. Con un primer objetivo de pasar el piso proscriptivo (1,5% de los votos válidos) en las boleta encabezada por Irene Gamboa como candidata a senadora, acompañada por Carla Deiana y Octavio Crivaro como candidatos a diputados, el Frente de Izquierda superó el primer desafío: el FIT-U obtuvo 1,70% de los votos como alianza, imponiéndose la lista 1A-Unidad de la Izquierda en la interna por 67% de los votos frente al MST.

A nivel de concejales, el PTS aportó las candidaturas de Fabricio Rodríguez en Villa Constitución, que superó las PASO, Javier Monzón en Villa Gobernador Gálvez, que se definió en el escrutinio definitivo que por apenas veinte votos no pasa a las generales, y Selena Grimalt en Santa Fe y Octavio Crivaro en Rosario, que no superaron el piso. Las listas que conformó el Partido Obrero superaron las PASO en Capitán Bermúdez, quedando abajo de Jorgelina Signa del Partido Obrero Tendencia y en Granadero Baigorria, mientras que la lista encabezada en San Lorenzo por María Silvia Remondino definirá su suerte en el escrutinio definitivo. Las listas de Reconquista, Cañada de Gómez, Pérez y Pueblo Esther, encabezadas también por PO, no superaron las PASO.

En el caso de Rosario, como señalamos más arriba, se expresó un descontento notable con los “políticos” de los grandes partidos, responsables del agravamiento de las condiciones de vida. Como forma de camuflaje, todos esos partidos dieron un salto en la introducción de famosos de la TV como cabezas de lista. Eso, sumado a una lista única con 55 listas (a diferencia de las nacionales, donde hubo 18) y una abstención histórica, hizo que solamente pasen 5 listas a las generales: 3 de los partidos tradicionales, todas encabezadas por famosos, una cuarta lista, también encabezada por un periodista, y Juan Monteverde de Ciudad Futura, que con un despliegue de fondos a la altura de los partidos tradicionales, hizo una muy importante elección, muy lejana de la más modesta que hizo Del Frade como candidato a diputado, que llegó a poco más del 3%. El espacio a la izquierda de los partidos tradicionales se achicó, al calor de que creció el ausentismo.

Del Frade, con el apoyo del PCR, mostró un desempeño menor en relación a elecciones anteriores, siendo que en los últimos dos largos años se ubicó como apoyo crítico del gobierno nacional, e incluso del provincial. Ciudad Futura se sostiene como parte de convertirse en un gran y eficiente aparato electoralista, desligado de las luchas y en detrimento de la militancia, como una corriente crítica pero que es parte, en definitiva, del régimen político que dijeron enfrentar en sus orígenes, como demostraron frente al ataque en el transporte.

En Rosario, la lista encabezada por Octavio Crivaro se impuso por 81% a 19% frente a la de Alejandro Parlante, siendo la alianza más votada por fuera de las 5 que pasaron las PASO. Los candidatos de Del Frade-PCR y Celeste Lepratti, apoyada por Giustiniani, del Nuevo MAS tampoco pasaron las PASO y quedaron muy por debajo del FITU.

En el marco de la pasividad impuesta por las burocracias sindicales, las condiciones proscriptivas, fundamentalmente la presencia de 55 listas en una boleta ilegible, casi sin espacios gratuitos de publicidad, donde para instalarse hace falta un despliegue de fondos millonarios que hace a una competencia desigual para las organizaciones de trabajadores, y con un piso atado al padrón en una elección de abstención histórica, no logramos pasar a las generales.

La campaña del PTS por la unidad de la izquierda para construir desde Santa Fe una tercera fuerza nacional

El PTS hizo una gran campaña poniendo la pelea unitaria por delante de todo: la unidad para el triunfo de las luchas en curso, y la pelea por la unidad de la izquierda para fortalecer una alternativa de los trabajadores, de las mujeres y la juventud.
En la campaña, en cada uno de los spots, volantes e intervenciones de Irene Gamboa, Octavio Crivaro y cada uno de los candidatos, mencionamos la lucha que daba nuestra lista en el resto de las categorías, buscando traccionar al conjunto de la campaña para superar los pisos en todas las categorías, independientemente de la organización a la que pertenecieran candidatos y candidatas. Hicimos un despliegue muy importante en redes sociales, llegando a millones de personas, y publicitando nuestro espacio en la boleta única, así como la boleta de nuestra lista nacional, para evitar confusiones en el cuarto oscuro, siendo que la lista la encabezan dos compañeras que se presentaban por primera vez.

Para reforzar la lista nacional, por otra parte, propusimos que Octavio Crivaro acompañe la lista de diputados, siendo que tiene un conocimiento mayora nivel provincial, y en el marco de una elección difícil, había que poner todas las armas en juego.En esta competencia desigual, estas peleas fueron indispensables para que la lista en las elecciones nacionales pasara el piso para estar en noviembre.

Irene Gamboa, como candidata que encabezó por primera vez, recorrió la provincia de norte a sur, desde las tomas de tierra de Reconquista, hasta Villa Constitución, desde Venado Tuerto a Santa Fe. Junto a Octavio Crivaro participaron en cada una de las luchas de los trabajadores, las mujeres y la juventud, lejos de toda campaña que le hable a la propia militancia.

Todos y cada uno de los militantes y simpatizantes ayudaron a difundir propuestas y planteos que denunciaron a una casta política cada vez más alejada de los intereses populares, como se vio en los festejos de Alberto en Olivos y de Carrió en Córdoba, y cada vez más comprometida en defender los intereses y las ganancias de las cerealeras, los ganaderos que queman las islas, y los grandes empresarios. El planteo del reparto de las horas de trabajo, para que todos trabajen 6 horas y todos trabajen, caló entre los sectores de trabajadores y contrastó en una campaña vaciada de contenido.

Desde el PTS, así como peleamos por la unidad de todas las luchas, peleamos por expresar la unidad de toda la izquierda, propósito que se expresó en el nombre de nuestra lista: Unidad de la izquierda. El MST, frente a esto, expresó una respuesta de forma sectaria, ya que se presentaron solos, y de contenido oportunista, ya que hablaron de “revolucionar la izquierda” y “ampliarla”, justo en la provincia donde fueron parte de Proyecto Sur, junto a Carlos del Frade. El PO, con quien compartimos la lista, se negó a hacer cualquier tipo de campaña unitaria en las ciudades donde más difícil era el escenario, con una actitud sectaria y autoproclamatoria. Por el contrario, desde el PTS aportamos a la lista de diputados y senadores con militancia, aparición mediática y difusión en las principales ciudades, proponiendo materiales y actividades comunes y poniendo el conocimiento conquistado por nuestras figuras al servicio de pasar los diferentes pisos proscriptivos por un régimen político antidemocrático de principio a fin. La importante elección en Villa Constitución y en Villa Gobernador Gálvez, expresan el peso de la campaña de la izquierda en concentraciones obreras estratégicas de la región. Estas elecciones son un llamado de atención para abandonar, en el marco de la crisis que se profundiza y el descontento de cientos de miles, todo tipo de mezquindad a favor de la unidad de la izquierda.

Los desafíos que vienen

En una provincia donde crece el descontento y en un país donde se agrava la crisis, la pelea del FIT-U hacia las generales estará cruzada por convertir la bronca en lucha y organización y aportar desde Santa Fe al crecimiento de una tercera fuerza nacional junto a Octavio Crivaro, Irene Gamboa y nuestros jóvenes referentes trabajadores como Fabricio Rodríguez en Villa Constitución y Tamara Cañizales docente precarizada de AMSAFE Rosario y Luciano Molina de Acindar. Frente a partidos que parecen listas internas de un mismo gran partido de los empresarios y las cerealeras, tenemos la responsabilidad de convertirnos en referencia de los trabajadores, las mujeres y la juventud que dicen BASTA, buscando mejorar los resultados de las PASO redoblando la campaña militante.

Apoyados en la gran conquista de ser tercera fuerza nacional, con la importante elección que hizo la izquierda, nos preparamos para intervenir en una crisis que, como se ve en el cimbronazo del gobierno, se profundiza. Con la política de unir las diferencias luchas y, en simultáneo, unir la izquierda bajo un programa y una agitación común en estas elecciones para afianzar nuestra fuerza y ofrecer una alternativa al descontento creciente, independiente de los grandes partidos que defienden en la provincia los intereses de las grandes cerealeras, pero también alternativa a una centroizquierda que es funcional a esos partidos. Así, podemos pelear por mejores condiciones para la lucha de clases, peleando por poner en pie organismos de coordinación y por consolidar una izquierda en los principales sindicatos, lugares de estudio y luchas populares que permitan construir una sólida alternativa a las burocracias sindicales y los partidos funcionales y construir una vanguardia que pelee en las principales concentraciones de trabajadores para frenar la derrota que las grandes patronales buscan asestar a los sectores populares.