El candidato presidencial del Frente para la Victoria aprovechó una entrevista radial para volver a posicionarse en contra de la despenalización del consumo de marihuana pero también del aborto, dos de las demandas más sentidas por la juventud y las mujeres.
Viernes 2 de octubre de 2015
Fotografia : flickr
“Son dos temas de los que tengo opinión contraria, por la señal que se da. Hay que tener cuidado con esto, ¿comprendes? No estamos hablando de consumo social de cierto nivel. Lo que estamos hablando es que a los pibes los agarran las garras de la droga y después llegan a ponerse fuera de sí, y agarran un arma y es un desastre. Yo a los chicos quiero alentarlos, (…) darles oficios para encontrar empleo, promoviendo el deporte. ¿Qué es eso de que mañana pueden ir a comprar droga y drogarse? La droga es la contracara de la vida” declaró Scioli a Radio Con Vos, ante las preguntas de los periodistas Ernesto Tenembaum y Gustavo Grabia.
En una lectura del tema no muy distante a la que impulsó Richard Nixon (presidente norteamericano entre 1969 y 1974, que usó por primera vez el término de “guerra contra las drogas” y fue fundador de la DEA), Scioli explicó su política punitiva: “En primer lugar, la clave es la prevención. Por eso está en mi agenda la creación de la Agencia Federal de Investigaciones contra el Narcotráfico. Convocar a diez mil nuevos efectivos, como lo he hecho con las policías locales. Tenemos que fortalecer las fuerzas federales. Y ubicarlas en los lugares estratégicos para evitar el ingreso de droga o la comercialización de estupefacientes”.
De esta forma, Scioli se distanció de su candidato para sucederlo en la provincia de Buenos Aires, el actual jefe de Gabinete Aníbal Fernández, quien hace ya bastante tiempo declaró estar a favor de que se debata la despenalización del consumo de marihuana, tema del que no volvió a referirse en lo que va de campaña.
¿Desinformado?
La postura de Scioli -que se encargó de repetir una serie de sentidos comunes propios de la derecha, al ubicar el consumo de marihuana como la “contracara de la vida”- dista mucho de los datos que arroja la salud pública. Pocos meses atrás, en un especial de La Izquierda Diario sobre la Marcha Mundial de la Marihuana, el jefe de Toxicología del Hospital Fernández, Carlos Damin, contestaba cuáles eran las principales sustancias más problemáticas por las que ingresan pacientes con cuadros de intoxicación en hospitales del país: “De la totalidad de las consultas por sustancias psicoactivas que se producen en los hospitales, casi la mitad se la llevan las intoxicaciones agudas por alcohol; en segundo lugar se ubican los fármacos; y en tercer lugar la cocaína; recién en cuarto lugar se ubica el paco, y después el éxtasis”.
Sin embargo, la tergiversación en el diagnóstico de la realidad que hizo el candidato del FpV es una necesidad propia de quien quiere seguir aplicando la misma receta: más policía, más control social. Es el propio Estado el que organiza el narcotráfico –con acciones y/u omisiones- y participa de sus ganancias. La cadena va desde la Gendarmería y las fuerzas policiales, pasando por jueces y fiscales, y llegando a los servicios de inteligencia y los líderes políticos que obtienen financiamiento para sus campañas.
Así, la problemática de las drogas es utilizada para justificar la militarización de los barrios y fortalecer el aparato represivo, responsable también de los miles de asesinatos a pibes por portación de cara, el llamado gatillo fácil que durante esta década escaló al nivel más alto desde el retorno de la democracia. Y esto no solo repercute en la persecución a los consumidores, sino que estas bandas ligadas a la policía, buscan reclutar a los jóvenes empobrecidos de esos barrios para que sean carne de cañón a la hora de defender sus negocios (como se ve en el caso de “los soldaditos” rosarinos).
La posición del Frente de Izquierda
Tras los dichos de Scioli, el candidato presidencial del Frente de Izquierda, Nicolás del Caño, salió al cruce: "la penalización del consumo de marihuana que defienden tanto Scioli como Vidal es un disparate reaccionario que busca seguir criminalizando a la juventud, permitiendo que los narcotraficantes, la mayoría de las veces con el concurso de las fuerzas de seguridad y de funcionarios políticos, sigan manejando el negocio ilegal".