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Red Internacional
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LIBERTADES DEMOCRÁTICAS // TUCUMÁN. Segunda audiencia del juicio contra los policías que asesinaron a Ismael Lucena

Declaró Pipí López, quien se encontraba con Ismael cuando fue golpeado.

Miércoles 20 de abril de 2016 07:30

Ayer por la tarde se retomaron las audiencias del juicio a los policías Mondino Becero y Antonio Monserrat por el homicidio de Ismael Lucena y lesiones a Marcelo “Pipí” López, el pasado noviembre de 2011. También están acusados por encubrimiento agravado los policías Rubén Tejerrina, Antonio Zelarayán y Franciso González.

El primer testigo fue Pipí López. Con entereza y sin dubitaciones, Pipí relató lo sucedido en la noche del 11 de noviembre de 2011. Ismael y Pipí habían ido por la tarde a visitar a una amiga y a la hora de regresar a sus hogares, cerca de la medianoche, dos colectivos no quisieron pararle, ni tampoco taxi. Sin más opción que caminar luego ven como dos individuos armados se les acercaban corriendo desde un descampado. Creyendo que los querían asaltar, comienzan a correr buscando refugio para poder llamar a la policía.

Durante la persecución, escucharon disparos. Ismael y Pipí fueron alcanzados por Becero y Monserrat, quienes además de armados se encontraban vestidos de civil, cuando estaban en la galería de una casa donde habían ido para pedir ayuda. Ante el pedido de la fiscal, sin intimidarse, Pipí reconoció a Becero, Monserrat y al resto de los policías, quienes se encontraban sentados a pocos pasos con sus miradas dirigidas hacia él.

Pipí señalando a Becero como el policía que golpeó a Ismael. Fotografía: Andrés Figueroa/PM

Pipí contó cómo fueron golpeados, tanto los golpes que recibió en el piso –inclusive en su cabeza, a pesar de la advertencia de que estaba operado– como el recibido por Ismael en su cabeza, mientras una voz les gritaba “no me mires, no me mires”. “Sentí un frío en la cabeza y me dicen ‘te voy a matar’”, puntualizó.

Luego explicó cómo fueron trasladados a la comisaría de Las Talitas, por policías uniformados, y cómo el oficial González les dijo “quedan detenidos o hacen una denuncia por agresiones” sin especificar de donde provinieron. “González nos hace firmar (a Lucena y López, NdR), le pido una copia y me dice que no”, agregó.

Luego fueron trasladados por los efectivos hasta una cuadra antes del CAPS de El Colmenar, “hasta aquí llegamos”, dijeron los policías. Pipí finalizó contando cómo fueron derivados al Centro de Salud y de ahí al hospital Padilla, las primeras convulsiones de Ismael, los dos paros cardiorrespiratorios y su muerte.

Cergio Morfil, defensor de Becero, interroga a Pipí. Fotografía: Juan Lobo

Pipí respondió cada pregunta de los defensores de los policías y con la verdad desbarató las estrategias de los abogados para confundirlo. Permaneció con calma ante provocaciones como la de Cergio Morfil, defensor de Becero, quien pretendía que Pipí vea fotografías de la autopsia de Ismael solo para reconocer cuál era el costado izquierdo.

Al finalizar su declaración, Pipí fue ovacionado por la mitad del tribunal, lo que despertó el enojo de la presidenta del tribunal, Alicia Freidenberg. "Esto no es un acto político", gritó.

Luego de declarar, Pipí presenció la audiencia acompañado de Victoria Moyano Artigas (nieta restituida e integrante del CEPRODH), Alejandra Arreguez (PTS-FIT) y Mariana Arreguez (CEPRODH). Fotografía: Juan Lobo

Ronda de testigos y versiones cruzadas

Morfil y Colombres manipulando el arma de Becero ante el tribunal. Fotografía: Juan Lobo

Una primera ronda de testigos incluyó varios testimonios sobre el rol de los cinco policías en los hechos, dando versiones cruzadas y contradictorias hasta de las declaraciones iniciales. Prestaron declaración Augusto César Colombres, médico legista. La presencia del catedrático de Medicina de la UNT, agregó que trabajó 32 años con la Policía, disparó una demostración ridícula con manipulación de las armas secuestradas por parte de Morfil.

Continuó el bioquímico Diego Fernández, luego el policía retirado Miguel Ángel Álvarez y su hijo Gabriel Alejandro, actual policía, quienes se encontraban en la casa donde Ismael y Pipí fueron detenidos y golpeados (Cristian Álvarez, otro hijo del policía retirado estaba citado pero se encuentra en Córdoba).

Isabel de la Cruz, cuñada de Ismael Lucena, declaró en los hechos referidos a las amenazas proferidas en febrero de 2012 por el oficial González a Pipí López, en el domicilio de éste último, para que desista de un careo. En su declaración también homenajeó a Ismael, como también lo hizo en su declaración Vanesa, la amiga que fueron a visitar Pipí e Ismael.

También testimoniaron Verónica Soledad Martorel y Rosario del Valle Gómez, quienes dicen haber avisado a Mondino y Monserrat de unos supuestos ladrones, aunque sus versiones, en el mejor de los cosas, difieren. La bioquímica Cecilia Ochoa dio una breve declaración sobre el informe en el que da negativo la ingesta de alcohol en el cuerpo de Ismael.

Por último fue el turno de Mario Chumba, radio operador de la Unidad Regional Norte durante la noche de los hechos. Cerró la audiencia el comisario (R) José María Meyer. Actualmente retirado, Meyer fue comisario de Las Talitas en 2011 y sin embargo dice que “desconocía por completo” lo sucedido. Afirma que se retiró antes de la medianoche y que no fue notificado de “ninguna novedad” durante la noche. Olvidando algunos tramos de su primera declaración, sostuvo que “tomó conocimiento” cuando la fiscalía se trasladó a la comisaría para hacer las primeras pericias y pesquisas, desentendiéndose del accionar de sus subordinados.

Con mayor intensidad que el día lunes, el personal policial de Tribunales mostró su animosidad con los asistentes por parte de la querella y con la prensa, alegando excusas hasta para ingresar con cámaras. Como contracara, los acusados se desplazaban con libertad durante los cuarto intermedio, paseándose ante los familiares y amigos de Ismael y Pipí, y hasta conversando animadamente con los policías de guardia.

Las audiencias se retomarán en el día de hoy a partir de las 14.