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Red Internacional
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Sobre el Apto General, una respuesta a sus críticos

Numerosos medios están arremetiendo contra las peticiones de los alumnos universitarios acerca del llamado “apto general”. Se dice que este “apto general” es injusto, o que fomenta la desidia o incluso las actitudes de pereza ¡Cómo si el estudiante al no ser calificado fuese a dejar de interesarse por aquello a lo que va a dedicar toda su vida!

Jueves 23 de abril de 2020

Estos comentarios hacen un flaco favor al estudiantado y a los docentes; fomentan los estereotipos del estudiante como un sujeto vago, como un parásito social. Entre líneas, lo que podemos encontrar en estas críticas es el problema ya clásico de la educación española: el estudiante se forma, a vistas de la administración, para aprobar y no para aprender.

Una visión que es un insulto claro hacia los profesores y hacia los estudiantes, más aún en las etapas universitarias y de FP. ¡Los estudiantes comenzamos un estudio en concreto no para obtener un título, sino para formarnos en aquellos conocimientos que nos apasionan!

Pese a esto, la visión del estudiante como un sujeto vago, como un sujeto paciente no es lo más injusto que aparece en estas críticas.

El modelo calificativo propuesto por las universidades prevé la calificación online. Una propuesta que es profundamente injusta puesto que se presupone que todo el estudiantado tiene acceso a recursos en línea, a red, a ordenadores, a bibliotecas online, etc.

Un supuesto que clarísimamente, no se cumple, menos aún en la sociedad española donde existe una gran brecha digital a raíz de las diferencias socioeconómicas. Continuar con la calificación online es condenar al suspenso a todas aquellas familias sin recursos.

Un suspenso que, como todas sabemos, en la universidad suponen un costo económico que incrementa a cada suspenso. Además, este coste asociado a las segundas, terceras… matrículas, en estos días de crisis económica y social, suponen un verdadero drama económico, un drama, que, por si fuera poco, se ceba de manera más salvaje con todas aquellas familias que por motivos económicos no tienen recursos y que, por tanto, se han visto condenadas al suspenso, al no poder acceder en muchos casos a la docencia online.

Muchas familias se han visto en definitiva abandonadas y discriminadas por la universidad y por las demás instituciones a causa de su condición económica.

En resumen, la evaluación online es tremendamente injusta puesto que establece un aprobado basado en los recursos que cada alumno tiene y no basado en las capacidades o en los conocimientos de cada uno.

Así, desde el estudiantado, se pide un apto general para que nadie quede abandonado, y para que todas y todos, podamos continuar estudiando aquello que nos apasiona con independencia de los recursos que tengamos.

El apto general, por tanto, no es injusto, no supone el fin de la docencia, sino que supone el fin de las trabas económicas, el fin de la presión calificadora, con el objetivo de que el tiempo se gestione para aprender y no para aprobar, viendo que en estas circunstancias muchas personas ven limitado su tiempo por tener que trabajar jugándose la salud, o por tener que hacerse cargo de personas dependientes y/o enfermas.

El “apto general” rompe la frustración, la desidia, y las barreras económicas existentes que esta pandemia (provocada por la COVID-19) engrosa aún más.

NO A LA CALIFICACIÓN DISCRIMINATORIA, NO A LA ESTRATIFICACIÓN SOCIOECONÓMICA EN LA UNIVERSIDAD.