La construcción de un amplio frente en la ciudad que funcione como oposición al macrismo es la nueva piedra de la discordia para la ya caliente interna peronista.
Miércoles 26 de abril de 2017
Una de las tantas frases que se le adjudican a Perón dice: “Hay dos clases de lealtades: la que nace del corazón, que es la que más vale y la de los que son leales cuando no les conviene ser desleales”.
Haciendo carne esta última parte, el titular del PJ porteño, Víctor Santa María, intenta demostrar que más allá de las “diferencias políticas” lo más importante es construir un gran frente, sumando “voluntades” que supone le permitirán no solo mantener su liderazgo en la ciudad sino acumular todo lo que él considera el voto “anti macri”.
Si bien es cierto que las chances de alzarse con un triunfo en el distrito con el mayor poder adquisitivo del país es prácticamente imposible, no menos cierto es que quedar bien posicionado no es un detalle menor. Sobre todo si hablamos de la compleja estructura de la que está hecha el peronismo.
En esta cruzada que se propuso llevar adelante el Secretario General del Sindicato de trabajadores de edificios ya tuvo reuniones con Alberto Fernández (ex jefe de gabinete de Néstor Kirchner) quien lanzó días atrás el espacio Reencuentro Peronista, alejándose sin prisa pero sin pausa del massismo. Allí estuvo acompañado de Patricia Vaca Narvaja, Jorge Argüello y Guillermo Olivieri. Fernández tiene intención de presentarse como candidato a diputado nacional.
Dos sectores a los que Santa María apunta con mucho interés son: el Movimiento Evita y el espacio político liderado por Gustavo Vera, ambos con una relación directa con el papa Francisco, justamente este contacto tan cercano con Jorge Bergoglio hace que contarlos en el frente no sea un dato menor.
El tema puntual con el Evita es que, de acuerdo a declaraciones de Fernando “Chino” Navarro: “no alcanza con el kirchnerismo para ganarle a Macri, ni siquiera con el peronismo. Se requieren de otros sectores, agrandar la política”.
Estas afirmaciones integracionistas, no se ajustan del todo a las posiciones que mantiene el Movimiento Evita en diferentes distritos. Así por ejemplo en provincia de Buenos Aires, Navarro no dudó en declarar abiertamente su apoyo a Florencio Randazzo, tomando distancia de quien fuera otrora su jefa política, Cristina Fernández.
Por su parte, Jorge Taiana, también dirigente del Evita pero en Capital, se sumó a la reunión de Santa María, lo que hace suponer que la idea de unirse al frente no está tan lejos.
De la partida también fueron Daniel Filmus y como extra partidario fue convocado Claudio Lozano.
Pero sin dudas el obstáculo más importante con el que se encuentra Santa María en la ciudad es con La Cámpora, con quien siempre mantuvo una relación de idas y vueltas. Este sector surgido de las entrañas del kirchnerismo no acepta prácticamente ninguno de los nombres que integrarían este frente. Argumentan que ellos por sí solos podrían llegar a tener entre 15 y 18 puntos. Leyendo entre líneas no solo quieren hegemonizar las listas de la capital porteña, sino que además se rehúsan a perder poder político y de decisión, que claramente se diluiría en este hipotético frente.
Analizar la interna peronista es como mirar en un caleidoscopio donde en cada giro se reacomodan las piezas dando origen a nuevas estructuras.
Palabras como “lealtad y traición” tan caras al acervo peronista, adquieren su propio peso específico en tiempos electorales. Poco les importa participar en listas donde unos levantaron rigurosamente la mano votando leyes que le garantizaron la gobernabilidad a Macri. Mientras que otros se auto definieron como férreos opositores. Aunque poco tuvieron de férreos y mucho menos de opositores.
Y en este sentido resulta inverosímil aceptar la posibilidad de que el pueblo trabajador pueda tomar esto que se le ofrece como una opción.