Tribuna Abierta. Tiempos de"Malos Aires"para las personas mayores

Se los ha responsabilizado por concurrir al Banco a cobrar su jubilación, cuando desde el Estado no se garantizaron las condiciones para que accedan a su haber sin exponerse a riesgos. Se los ha infantilizado imponiendo la gestión de un “permiso” para salir en la Ciudad de Buenos Aires. Se los ha maltratado y vuelto a maltratar, cuando se les indica realizar gestiones en líneas telefónicas donde la comunicación es pocas veces muy dificultosa y muchas veces imposible.

Según datos producidos en la CABA [1], más de la mitad de las personas mayores que residen en esta Ciudad tiene estudios secundarios completos, la mayoría se identifica como “jefe o jefa de hogar” y son propietarias de la vivienda que habitan. Son uno de los grupos poblacionales que más realizan consultas de salud, incluso preventivas, es decir que asumen con responsabilidad su autocuidado, aún en condiciones adversas que dificultan el acceso a los servicios. Se ha registrado un incremento en las personas que viven solas, administran su jubilación o pensión y organizan de manera autónoma su vida cotidiana.

En esta misma Ciudad funcionan desde hace varios años distintas agrupaciones colectivas conformadas principalmente por personas mayores que trabajan por el respeto de sus derechos mediante distintas estrategias de lucha. No necesitan de tutores jóvenes para organizarse, para definir sus objetivos de trabajo ni para llevar adelante sus protestas. Cada miércoles frente al Congreso, un grupo realiza su tradicional marcha, mientras en otros espacios, organizan servicios de voluntariado o promueven debates sobre distintos temas de interés.

Desde el año 2017 tenemos una Ley [2]en Argentina donde se establece que las personas mayores tienen derecho a la libertad personal y a la participación activa en la sociedad. Algunos de sus principios son la valorización de la persona de más edad y su papel en la sociedad, su protagonismo y autonomía, la igualdad y no discriminación. Estos derechos son recurrentemente vulnerados. Las acciones de pseudo protección que se implementan perpetúan el maltrato social, basándose en una imagen de viejo frágil, enfermo y debilitado, la mal llamada “clase pasiva”.

Los hombres y mujeres mayores no necesitan que personas de otras edades decidan por ellas. Algunas requieren mayor apoyo y muchas otras no. Consideramos que es indispensable su participación activa al diseñar políticas que los involucren. Decidamos de manera consensuada a partir de sus necesidades reales, las corporales, referidas a la salud física, pero también las necesidades materiales y las emocionales. Es momento de escuchar su voz.

Las personas mayores, al igual que las de otras edades, tienen derecho a decidir por qué, cuándo y cómo salir de su hogar, los riesgos que están dispuestas a asumir y los procedimientos que implementarán para minimizarlos.

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