
Ariane Díaz @arianediaztwt
Miércoles 12 de noviembre de 2014
A pesar de que la crítica ha definido como primera obra del género a una historia escrita por una mujer –Frankenstein, de Mary Shelley, hija además de la escritora y activista feminista, Mary Wollstonecraft– la ciencia ficción fue un oficio de hombres hasta la década de los setenta, y en muchas de las historias, el sexismo contra las mujeres era notorio. Tal como en la vida misma, éstas no podían ser ni astronautas o científicas, ni interesantes, ni reflexivas, ni valerosas como para protagonizarlas.
En casos excepcionales como Metrópolis –la película muda de Fritz Lang–, el personaje de María será la manzana de la discordia entre un patrón y un trabajador, y cuando cobre la fuerza de desatar el caos y la rebelión, no será como mujer sino como autómata encubierta. Quien sí tomó explícitamente el problema fue Theodore Sturgeon, que en Venus más X narra la extrañeza de un hombre que, cargado de prejuicios sexistas, se encuentra de golpe en un mundo donde las diferencias de género han desaparecido. Pero sin duda, era la excepción que confirmaba la regla.
Esta fue la denuncia que Úrsula K. Le Guin hiciera en una convención dedicada al género en 1973, pero es algo que también problematizaría en toda su obra, tanto de fantasía como de ciencia ficción. En La mano izquierda de la oscuridad, un visitante del planeta Invierno encuentra una sociedad de andróginos que pueden mutar sus características genitales masculinas o femeninas azarosa y sucesivamente, y donde las diferencias sexuales, por tanto, no tienen sentido. En Los desposeídos, otra vez un enviado del exterior encuentra un planeta dividido en dos dictaduras, una de propietarios y una de ex socialistas –la crítica al stalinismo es explícita–; en ambos casos, el lugar otorgado a las mujeres es el de ser explotadas u objeto decorativo. El narrador, que no puede dejar de extrañarse y criticar los estereotipos que supone ese orden social, se encuentra en un tramo de la novela a sí mismo, con horror, reproduciendo esa violencia contra una mujer.
En Houston, Houston, ¿me recibe?, James Tiptree Jr. narra un viaje al futuro de un grupo de astronautas que descubre una Tierra donde los hombres han desaparecido azotados por una plaga. Esa no es la peor noticia, sino que las mujeres parecen vivir muy felices sin ellos. James Tiptree Jr. era un seudónimo sobre el que había sospechas pero no confirmaciones. El nombre que ocultaba se conoció después de su muerte: era Alice Bradley Sheldon.

Ariane Díaz
Nació en Pcia. de Buenos Aires en 1977. Es licenciada y profesora en Letras y militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Compiló y prologó los libros Escritos filosóficos, de León Trotsky (2004) y El encuentro de Breton y Trotsky en México (2016). Es autora, con José Montes y Matías Maiello de ¿De qué hablamos cuando decimos socialismo? (2024) y escribe sobre teoría marxista y cultura.