Por segundo año consecutivo, el poder Ejecutivo le da un rango de cuestión de Estado a la marcha contra el derecho al aborto. La denominada “Marcha por la vida” vuelve a Washington con el respaldo del presidente Trump y su vice Mike Pence, vocero de los grupos conservadores.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Viernes 18 de enero de 2019 16:40
En menos de 48 horas, la ciudad de Washington en Estados Unidos, será testigo de dos marchas que ilustran la polarización que vive el país. Este viernes 18, marcharon los grupos antiderechos contra el aborto legal y el sábado 19 se espera un nueva y multitudinaria Marcha de Mujeres.
Como todos los años desde 1974, un año después del fallo de la Corte Suprema que garantizó el derecho al aborto, los grupos antiderechos, de la derecha conservadora y religiosa, marcharon en Washington contra las mujeres y sus derechos. Una de las apuestas de la “Marcha por la vida” es darle una cara joven a este intento reaccionario de minar derechos democráticos elementales. “Ser provida es prociencia” es el lema que eligieron los organizadores de la marcha.
Sin embargo, las principales fuerzas detrás de la “Marcha por la vida” no son organizaciones científicas sino que siguen siendo las iglesias evangélica y católica, la primera mayoritaria en Estados Unidos y la segunda minoritaria pero con peso político (a pesar del enorme cuestionamiento por las denuncias de abusos contra sus obispos). Los grupos religiosos son los que aportaron los contingentes más grandes con estudiantes de colegios secundarios y comunidades de otras ciudades.
La marcha llegó a una Washington paralizada por el llamado “shutdown” (cierre parcial del gobierno), que mantiene a más de 800 mil empleadas y empleados públicos sin cobrar su salario. Con un Congreso paralizado por la votación del presupuesto, en la que Trump exige que se financie el muro en la frontera con México, demócratas y republicanos tensas la pelea en las alturas mientras trabajadoras y trabajadores hacen malabares para continuar con sus vidas.
La Casa Blanca alineada con los antiderechos
El vicepresidente Mike Pence recibió el miércoles 17 en la Casa Blanca a diferentes organizaciones denominadas “pro vida”, que militan en todo el país contra el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y obstaculizan prácticas legales, respaldadas por el fallo Roe vs. Wade de 1973.
Horas antes de la marcha, el vicepresidente Pence se había dirigido a los asistentes desde la radio instalada en el escenario, conducida por Ben Shapiro, el comentarista conservador al frente de The Daily Wire (sitio de noticias de la derecha conservadora).
LIVE: VP Pence makes surprise appearance to speak at 'March for Life' in Washington, DC. https://t.co/z7xtchCJ6D
— NBC News (@NBCNews) January 18, 2019
Cuando avanzaba la marcha en Washington, que no reunió más más de algunos miles según los propios medios conservadores, Mike Pence hizo una visita sorpresa junto a su esposa en el escenario central de la convocatoria. Después de dirigirse a los presentes, presentó un saludo grabado del presidente Donald Trump. “Cuando vemos los ojos de un recién nacido, vemos la belleza y el alma humana y la majestuosidad de la creación de Dios. Sabemos que cada vida tiene significado”.
So many great families & young people in our Nation’s capital for tomorrow’s @March_for_Life. Honored to meet today at the @WhiteHouse with @StudentsForLife & @HeartbeatIntl to discuss how @POTUS has been STANDING for LIFE. Thanked them for all they do in the fight for life. pic.twitter.com/qRpnsKkJF1
— Vice President Mike Pence (@VP) 18 de enero de 2019
En 2017, por primera vez, un miembro del poder Ejecutivo en funciones participó de la llamada “Marcha por la vida”. El vicepresidente Mike Pence, ultraconservador y conocido por su perfil homofóbico y opositor al derecho de las mujeres a decidir, fue el primer vicepresidente de EE. UU. en funciones en encabezar la marcha en Washington contra el derecho al aborto.
El rechazo al derecho al aborto estuvo en la agenda del gobierno de Donald Trump desde el día uno. Una de las primeras órdenes ejecutivas que firmó como presidente fue la que prohíbe el uso de fondos del Gobierno para subvencionar a grupos que practiquen o asesoren sobre el aborto en el extranjero, una política republicana que data de la década de 1980 y que su antecesor, Barack Obama, había cancelado.
Trump cumplió sus promesas de campaña y ha intentado restringir el alcance del fallo de la Corte Suprema. A su vez, Pence, con el apoyo del presidente, creó un grupo dentro del Gobierno destinado a defender a los doctores que, alegando motivos religiosos, se niegan a practicar abortos.
En la marcha de este viernes 18, volvió a comprometerse a bloquear cualquier ley a favor de los derechos reproductivos: "Si envían alguna legislación a mi despacho que debilite la protección de la vida, la vetaré y tenemos el poder de emitir esos vetos".
La guerra contra las mujeres no empezó hoy
Durante los últimos años, los sectores reaccionarios han avanzado en varios estados. Desde restricciones y obstáculos al acceso a este derecho básico, hasta ataques a las clínicas que realizan estas prácticas, con escraches a las y los profesionales, protestas para hostigar a las mujeres y hasta bombas contra los edificios.
El gobierno demócrata de Barack Obama, aunque decía apoyar el derecho de las mujeres a decidir, no tomó ninguna medida para garantizar la aplicación del fallo ni defenderlo de las restricciones y ataque de la derecha conservadora.
En la mayoría de los estados hoy no hay suficientes lugares para realizar prácticas seguras: un tercio de las mujeres tiene que viajar más de 40 kilómetros para acceder a un centro de salud reproductiva y/o interrumpir un embarazo. En muchos estados, hay periodos de espera, visitas obligatorias a clínicas, leyes que obligan a notificar a las familias de la mujer u obstáculos judiciales, además de los altos costos del procedimiento, ya que la Enmienda Hyde (una disposición legislativa de restricción del uso de ciertos fondos federales para pagar abortos con excepciones para incesto y violación) se encarga de asegurar que los fondos federales no puedan ser empleados para interrumpir embarazos.
A pesar de que el derecho al aborto está garantizado legalmente, en la vida cotidiana las mujeres, especialmente las trabajadoras, las jóvenes, las migrantes, las más pobres, que dependen de los programas públicos de salud, enfrentan un sinfín de obstáculos. Por eso, el sábado 19, la Marcha de Mujeres volverá a realizarse en Washington y varias ciudades de Estados Unidos, por el derecho al aborto sin restricciones, contra el machismo, el racismo y la xenofobia.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.