La crisis del Gobierno que comenzó en diciembre con la lucha contra la reforma previsional, continúa hasta el día de hoy. Un nuevo ánimo recorre a la clase trabajadora, al movimiento de mujeres y a la pelea por la educación pública, que vuelven con contundencia a las calles. La tarea del momento: unificar a nivel nacional y en cada conflicto la bronca y las luchas que distintas burocracias dividen. Ahí están las fuerzas para ganar.
Fernando Scolnik @FernandoScolnik
Miércoles 28 de febrero de 2018
1. La crisis del Gobierno continúa
Lejos de la “fiebre amarilla” que algunos quisieron ver tras las elecciones de octubre, las luchas callejeras de diciembre que enfrentaron el robo a los jubilados demostraron rápidamente que lo que Cambiemos había conquistado en las urnas no podía traducirlo mecánicamente en una aceleración de su programa de reformas a favor del gran capital. La postergación sin fecha del proyecto de reforma laboral es la prueba más clara de esto.
Sin embargo, el fracaso del plan que el oficialismo tenía para la segunda parte de su mandato no retrotrajo la situación al punto en el que estaba en octubre, sino que la agravó considerablemente para el Gobierno.
Desde el punto de vista de su popularidad, una encuesta tras otra demuestra cómo cayó su imagen, así como el mayor pesimismo sobre el futuro que existe en amplios sectores de la población, poniendo en duda el plan de reelección de 2019 que algunos habían querido dar por seguro en octubre pasado. Más allá de las estadísticas, lo mismo se siente día a día en la calle y, en las últimas semanas, hasta en los estadios de fútbol y recitales en los que se canta contra el presidente (en las canchas, es claro que esto es expresión de la bronca, más allá de los motivos futbolísticos).
Por su parte, los escándalos de los funcionarios Triaca, Caputo y Gilligan aportaron también lo suyo para un verano de tropiezos, afectando la credibilidad del Gobierno en una bandera que, marketing mediante, pretendía suya, la de la “transparencia”.
Desde el ángulo de la economía, los tarifazos en los servicios públicos, que seguirán en los próximos meses, también aportan leña al fuego para aumentar el malhumor social. Más de fondo, el revés que tuvo el oficialismo en acelerar el plan de reformas va acompañado de una decadencia del “gradualismo”, que acumula importantes contradicciones: bajo crecimiento con alta inflación, nuevos récords en la cotización del dólar que a su vez presionan al alza a los precios, persistente endeudamiento y fuertes déficits comercial y fiscal. Además, la situación de la economía mundial, con tendencias a la suba de las tasas de interés en Estados Unidos y volatilidad de los mercados financieros, preanuncia que desde el exterior no llegará un alivio ni con “lluvia de inversiones”, ni con crédito barato. A este panorama se suman también las malas noticias de la importante sequía que afecta considerablemente a la producción agraria.
2. Un nuevo ánimo se sigue expresando por múltiples vías
Si bien después de la batalla contra la reforma previsional el macrismo intenta no afrontar nuevas peleas centralizadas en las que se exprese de forma unificada la bronca de todo el pueblo trabajador, lo cierto es que el descontento y el nuevo ánimo de lucha se sigue expresando por múltiples vías, y el desafío es unificarlas.
En cuanto a la lucha de clases, los ataques del verano han dejado como principal conclusión que hay un nuevo ánimo que recorre a la clase trabajadora, y que se plasma en que allí donde hay ataques, hay resistencia, como atestiguan las decenas de conflictos que recorren el país, y que La Izquierda Diario informa mediante el Mapa de la Resistencia. A su vez, la multitudinaria marcha que tuvo a Hugo Moyano como principal orador, y a la izquierda dentro de una columna independiente que exigió paro nacional y plan de lucha, demostró la voluntad de cientos de miles de encontrar canales para expresar la bronca contra el Gobierno.
En el terreno de los derechos democráticos, la importante movilización que se está gestando para el 8 de marzo, que se viene preparando con importantes asambleas abiertas, combinada con la crisis del Gobierno, hizo que en un repentino cambio para evitarse otro dolor de cabeza e intentar cambiar la agenda, dividiendo a su vez al peronismo, el macrismo habilitara el debate sobre el aborto en el Congreso Nacional, aunque luego intentará limitar lo más posible esta demanda histórica del movimiento de mujeres.
Por último, la multitudinaria movilización del pasado lunes en Mendoza en defensa de la educación pública preanuncia que en los próximos días decenas de miles de guardapolvos blancos volverán a ganar las calles en todo el país.
3. Los “opositores” que sostienen al Gobierno
La ventaja con la que aún cuenta el macrismo es la existencia de distintas burocracias políticas y sindicales que en algunos casos son directamente colaboradoras del Gobierno, y en otros se ubican desde la oposición pero dividen y limitan las luchas en función de sus propios intereses. La tarea de primer orden en el momento actual es unir a nivel nacional y en cada conflicto la bronca y las luchas que están dispersas.
El peronismo, cuyos gobernadores, así como muchos de sus diputados y senadores, fueron fundamentales para aprobar el saqueo a los jubilados en diciembre (al igual que lo hicieron antes con todas las leyes fundamentales que necesitó el macrismo), ha tomado la decisión (como no podía ser de otra manera) de limitarse a denunciar las consecuencias del plan económico macrista, del cual en muchos casos es aplicador directo, como se ve en las provincias y municipios que gobierna. Su horizonte está puesto en intentar la unidad de sus distintas alas para presentar una candidatura en 2019. De este modo, buscan unirse los kirchneristas con sectores del massismo, el randazzismo, los intendentes del conurbano, los Rodríguez Saa, y queda abierto un debate con el resto del “peronismo federal”. El objetivo es vender la ilusión de que esta unidad de todos los que vienen sosteniendo al macrismo es la vía… para derrotar al macrismo.
El otro gran sostén del macrismo es la burocracia sindical.
Por un lado, la mayor parte de los dirigentes de la CGT ha profundizado su sumisión al Gobierno aceptando peores condiciones para los trabajadores de sus gremios a cambio de tranquilidad en cuanto a causas judiciales y de no ver afectados sus intereses materiales en los sindicatos. Este martes, delegaciones de varias de estas organizaciones incluso viajaron a Europa junto al repudiado ministro Jorge Triaca.
Por otro lado, el moyanismo, después de apoyar la campaña presidencial de Macri, otorgarle paz social durante dos años y borrarse de la batalla del 18 de diciembre contra la reforma previsional, se ha visto obligado a volver a las calles al sentirse acosado por causas judiciales, para lo cual enarboló reivindicaciones justas de la clase trabajadora. Desde su táctica negociadora, usó la fuerza de la movilización del 21 de febrero para mostrar su poder, pero no anunció ninguna medida de lucha para enfrentar el ajuste, como le exigieron la izquierda y el sindicalismo combativo que participaron de la marcha en un bloque independiente, acompañando a decenas de miles de trabajadores que fueron para expresar su bronca contra el Gobierno.
En cuanto a las CTA, de un lado “Cachorro” Godoy permanece en una política permanentemente divisionista, haciendo acciones minoritarias y ausentándose de las movilizaciones más grandes, mientras que Hugo Yasky, después de haberse opuesto durante años a los paros generales convocados por Moyano, ahora participó como orador del acto sin una política diferenciada del dirigente camionero, sobre todo sin plantear la necesidad de un paro nacional y plan de lucha (lo mismo hizo el también dirigente kirchnerista Sergio Palazzo). Ambas CTA, juntas, son también responsables de no haber unificado en contundentes jornadas nacionales de lucha las peleas de los trabajadores estatales contra los despidos durante el verano.
4. Una política para unificar las luchas y derrotar los planes del Gobierno
La creciente bronca contra el macrismo demuestra que hay fuerzas y predisposición del pueblo trabajador para derrotar los ataques del Gobierno y los empresarios. Para ganar, es necesario superar las entregas y divisiones de las distintas burocracias y unificar las peleas a nivel nacional y en cada conflicto en particular.
A las luchas contra despidos que recorrieron el verano y la marcha del 21 de febrero, se sumará el 8 de marzo una importante movilización del movimiento de mujeres que nuevamente está en ascenso, mientras que el 5 de marzo decenas de miles de guardapolvos blancos ganarán nuevamente las calles en defensa de la educación pública, dando inicio además a la “temporada alta” de paritarias en la cual millones de trabajadores reclamarán por sus salarios y condiciones laborales en los próximos meses.
El PTS, junto al Movimiento de Agrupaciones Clasistas (MAC) y la agrupación de mujeres Pan y Rosas, pelea por la más amplia unidad de todas las luchas y movimientos para derrotar los ataques del Gobierno y los empresarios.
Bajo la táctica del frente único obrero, participa de cada medida de lucha que es convocada por las cúpulas sindicales cuando las demandas son justas, pero de forma independiente y diferenciada, exigiendo a las conducciones planes consecuentes para pelear hasta el final por los objetivos planteados.
Desde este ángulo, en la movilización del 21 de febrero levantó en alto las banderas de la exigencia de un paro nacional y plan de lucha, en la perspectiva de una huelga general activa que derrote los planes del Gobierno.
Pero sin esperar pasivamente que esto suceda, el PTS y el MAC impulsaron además con todas sus fuerzas el Encuentro Nacional de Trabajadores en Lucha votado desde la asamblea del Hospital Posadas, que se realizó el 17 de febrero. En principio, para impulsar la exigencia en la marcha del 21 de febrero, pero también para desarrollar la coordinación de todos los conflictos que las burocracias abandonan o dividen, para que en cada pelea se exprese la nueva relación de fuerzas que existe después de las jornadas de diciembre.
Esta perspectiva no es compartida por todas las organizaciones de izquierda. En el INTI, por ejemplo, además de los dirigentes de la burocracia Verde, los delegados del PO votaron una jornada de lucha para el 2 de marzo, negándose a unificar con la jornada votada para el 28 de febrero en el encuentro del Posadas. El PTS, que apuesta a la unidad, propuso entonces en la asamblea del Posadas que se votara para el 28 una acción dentro del hospital, pero que el 2 de marzo se confluyera en las calles con el INTI. No se trata de luchar por separado, sino de sumar fuerzas para ganar.
En el movimiento de mujeres, Pan y Rosas, con una larga trayectoria de lucha, viene impulsando la más decidida organización para construir una masiva movilización el 8 de marzo, exigiendo también a las centrales sindicales que paren ese día, por Ni Una Menos y por el derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito, contra la Iglesia y contra las maniobras del Gobierno y del peronismo que querrán dilatar y limitar este derecho democrático elemental. Además, Pan y Rosas pelea de forma decidida para que el masivo movimiento de mujeres juegue un rol cualitativo junto a las luchas de la clase trabajadora y especialmente de la mujer trabajadora, proponiéndose movilizar a miles de mujeres en apoyo a las enfermeras del Hospital Posadas, a las docentes en lucha y en cada una de las peleas. La unidad del movimiento obrero y el movimiento de mujeres potenciaría de forma contundente todas las peleas contra el Gobierno y los empresarios.
Frente a la lucha docente, la Corriente Nacional 9 de abril impulsada por el PTS e independientes lucha por construir un gran movimiento que tome los reclamos salariales y laborales de los trabajadores del sector, pero que también busque la más amplia unidad con estudiantes y con todo el pueblo trabajador para construir un gran movimiento de defensa de la educación pública.
Finalmente, y de cara al 24 de marzo, el PTS propone construir una masiva protesta desde el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, por cárcel a todos los genocidas, contra la represión de ayer y de hoy, por la libertad de los presos políticos y el desprocesamiento de los luchadores, de forma independiente del Gobierno y del peronismo, y unificando todos los reclamos y luchas que recorren el país para que se expresen de forma multitudinaria en la Plaza de Mayo y las plazas de todo el país.
Al calor de cada una de estas batallas, y frente a las políticas del macrismo y el peronismo, el PTS en el Frente de Izquierda, junto a los miles de compañeras y compañeros que militan en común en las agrupaciones, apuesta a confluir con miles de luchadores no solo para derrotar el ajuste, sino también para avanzar en la construcción de un partido que pelee por un programa para que la crisis la paguen los capitalistas.
Fernando Scolnik
Nacido en Buenos Aires allá por agosto de 1981. Sociólogo - UBA. Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001.