Miércoles 4 de noviembre de 2015
Pocos políticos se encuadran tan perfectamente en el status de “zorro” como Michel Temer. Astuto político de la clase dominante, fue procurador general del gobernador Franco Montoro en San Pablo durante la transición pactada de la dictadura militar a la actual democracia. Actuó como Diputado Constitucionalista y en 1992 fue nombrado Secretario de Seguridad del gobernador Fleury Filho, luego de la masacre de la Policía Militar en el presidio Carandirú que terminó con más de un centenar de presos muertos. Su actuación para garantizar que el mayor crimen cometido por el Estado de San Pablo hasta nuestros días siga sin solución, sin la individualización de la autoría, hizo que Fleury lo nombrase el segundo hombre en la jerarquía del Palacio de los Bandeirantes, la gobernación de San Pablo: “él me ayudó mucho” afirmó.
Presidente de la Cámara de Diputados en 1997 y 1999 durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (PSDB) y en 2009 durante el gobierno de Lula (PT), disputó la prefectura de San Pablo en 2004 como vice de la lista de Luiza Erundina (PSB). Como todo buen fisiologista, tuvo su nombre citado 21 veces en una lista que sería de donaciones no declaradas a la Constructora Camargo Corrêa. También estuvo involucrado en el escándalo de corrupción del partido DEM en el Distrito Federal, acusado de haber recibido dinero para alejar del partido al ex gobernador Joaquim Roriz.
Es este el hombre, con esta índole implacable, presidente del PMDB desde 2001, quien fue elegido por el PT para ser el vicepresidente de Dilma Rousseff tanto en 2010 como ahora y garantizar la “gobernabilidad”. Pero cuando se deja a un zorro cuidando del gallinero, ya se sabe cuáles serán las consecuencias.
El jueves pasado, luego de varias demostraciones públicas de desagravio y críticas contra la presidenta Dilma, Michel Temer dejó la posición de coadyuvante para presentarse ante la burguesía brasileña como alternativa para comandar al país en caso de destitución (impeachment). Por ahora, la carta-programa del PMDB que será debatida en el Congreso del partido señala más la posibilidad de una ruptura del partido con la coalición con el PT hacia las elecciones de 2016 y 2018 (y una apertura a la alianza con sectores opositores) y un intento de conseguir apoyo de sectores de la oposición a medidas más duras de ajuste, que un impulso del impeachment.
El PMDB sabe muy bien que asumir la presidencia de la República en un momento en el que la burguesía, para mantener su tasa de ganancia, necesita imponer ajustes fiscales y económicos contra los trabajadores y con una economía que no muestra señales de mejoría en los próximos años, significaría sacrificar cualquier posibilidad de llevar adelante un proyecto político propio en las elecciones de 2018. Lo más importante para esos viejos zorros fisiológicos es presentarse como alternativa viable, una “alternativa” que propone ajustes estructurales y ataques históricos a los trabajadores y la juventud.
El programa presentado por el PMDB defiende la aplicación de ajustes como el establecimiento de una edad mínima de jubilación de 60 a 65 para mujeres y hombres y el fin de la indexación de los beneficios sociales y previsionales según el salario mínimo.
También defiende medidas como la prevalencia de los acuerdos de convenciones colectivas de trabajo sobre las normas legales. Esas medidas fueron presentadas por primera vez en Brasil por el Sindicato de Metalúrgicos del ABC, de la CUT, con el nombre de Acuerdo Colectivo Especial (ACE). Finalmente, presenta puntos más cercanos a la Agenda Positiva tejida entre el presidente del Senado, Renan Calheiros (PMDB) y el Planalto como el fin de los pisos para los gastos con salud y educación y puntos con el PSDB como el fin del régimen que participación obligatoria de la estatal petrolera Petrobras en la exploración.
En esta disputa por el espacio dentro de la máquina estatal burguesa, cuanto más se apaga el brillo conciliador de la estrella petista y mientras se picotean los tucanos sobre cómo aprovechar este momento, los zorros del PMDB avanzan sobre el gallinero.