Las legisladora de CABA, Myriam Bregman y Laura Vilches, concejal de la ciudad de Córdoba ambas representantes del Frente de Izquierda, dieron apertura al plenario preparatorio de Pan y Rosas Córdoba para este 8M. Compartimos con las y los lectores de La izquierda diario, sus intervenciones.
Sábado 27 de febrero de 2021
La apertura estuvo a cargo de Myriam Bregman, que partió de repudiar el ataque y la represión en Jujuy, al diputado electo Gastón Remy a quien el gobierno del radical Gerardo Morales y sus aliados del PJ le impiden asumir; violan así el derecho de más de 60 mil electores del Frente de Izquierda que defiende el método de rotación en las bancas por todas las fuerzas políticas del frente.
Luego, Bregman dijo que en todo el país, así como en Córdoba, nos estamos preparando para que este 8 de marzo sea una gran manifestación de nuestra fuerza por todas nuestras demandas y decir “ni una menos, el estado es responsable”.
Introduciéndose ya en el debate, Bregman se refirió a los últimos casos que se contabilizaron en nuestro país como el de Guadalupe Curual, quien fuera asesinada en pleno centro de Villa La Angostura.
Señaló que cuando desde el movimiento de mujeres se señala la responsabilidad del estado, implica que como en este caso, las mujeres no tengan acceso a un botón antipánico con señal y carga por falta de recursos que debería garantizar el gobierno, así como porque el gobierno nacional y los gobiernos provinciales, deciden beneficiar los negocios de las empresas de telecomunicaciones que no invierten en redes si no les reporta ganancias, bajo la mirada cómplice del estado.
Así, se adentró en la demanda que desde hace años levanta cada movilización de Ni Una menos, exigiendo la emergencia contra la violencia de género con presupuesto real para atender a las mujeres y personas disidentes en situación de violencia, para que haya refugios; ayudas económicas equivalentes a la canasta familiar y no migajas; plan de viviendas para quienes no tengan casa; mayor cantidad de profesionales no precarizadas para asistir legal, psicológica, socialmente a quienes requieren atención.
"Como feminista anticapitalista, socialista, somos conscientes de que el patriarcado no se acaba porque se tomen una o dos medidas, pero sí que este estado puede hacer más para frenar los femicidios", declaró. "Cuando la situación está tranquila, yo hago el debate tranquila, pero cuando la situación es como la que estamos viviendo con tantos femicidios todos los días, se acabaron los discursos, que el gobierno y las minitras digan concretamente qué van a hacer para frenar los femicidios… la infignación no corre para los funcionarios públicos, nosotras necesitamos medidas urgentes”.
Pero también, como abogada y defensora de los DDHH (querellante en causas de lesa humanidad), conocedora de la institución judicial como pocas, responsabilizó a la Justicia por su actuación desde hace años desoyendo a las víctimas, pasando por alto sus denuncias, desestimando la palabra y poniendo en duda su verdad, como vimos en el caso de Úrsula Bahillo, el de Emilise Gajes, Ivana Módica, Guadalupe Curual y tantas otras causas.
Puso en entredicho que esta Justicia de clase, que está llena de privilegios, que no es elegida por nadie, pueda ser “reformada en clave feminista” como señalan algunas funcionarias y organizaciones afines al gobierno de Alberto Fernández. Lo mismo respecto a si hay que nombrar más mujeres en la Justicia, “como si las juezas que atienen en el fuero familiar las causas de divorcio, le hicieran más fácil la situación a las mujeres que piden la manutención de los hijos”. Juicios por jurados populares y no por componendas de los partidos tradicionales, y que sean revocables sin ningún privilegio fue lo que planteó como algunos de los puntos de una posible reforma de la justicia al servicio de las mujeres, disidencias sexuales y las mayorías populares.
En sentido similar, se posicionó algo que viene quedando al descubierto y como decían las pibas en la movilización de Úrsula “quien nos cuida de la policía”. Por ello, se pronunció sobre la imposibilidad de “reformar a la policía” o hacer “capacitaciones y cursos de derechos humanos”. ¿Saben cuántas capacitaciones con importantes personalidades de los derechos humanos hicieron en la policía? Muchas y no cambia nada”.
Luego, marcó claramente su rol como brazo armado del estado al servicio de los empresarios para garantizar un orden social de miseria que es aquel al que está sometida la clase trabajadora y en particular las mujeres, con salarios de miseria, precarizadas, desocupadas sin acceso a la vivienda como se vio en la represión de Guernica y tantas otras. “La plata que va para más patrulleros y policías no quiere decir que vaya a favor de la seguridad de las mujeres sino todo lo contrario. Se creen impunes cuando están en servicio y también en sus relaciones personales”, señaló.
Por eso, concluyó, “las mujeres tenemos que ganar fuerza en todas las peleas que nos den moral de lucha, y ahí son importantes las lecciones de por qué esa pelea como la del aborto que tenía tanto enemigos la pudimos ganar. Es la confianza en nuestras propias fuerzas lo que se vio allí”.
Por su parte, Laura Vilches volvió sobre la pregunta de cómo seguir, ya qué perspectivas tiene el movimiento de mujeres que viene de haberse dado un gran objetivo como la conquista del derecho al aborto y para que frente a lo que pasa no nos gane la desazón, la impotencia.
Puso el acento en que las fuerzas para luchar por nuestros derechos están, no sólo en las pibas de la marea verde, sino en las miles de trabajadoras que vienen luchando contra el ajuste en curso de los gobiernos nacional, provinciales y municipales que privilegian el pago al FMI o los acreedores externos, los negocios de los sojeros o de la industria farmacéutica como vimos en el caso de las vacunas para el COVID-19, antes que las necesidades de las mujeres.
Explicó allí la estrecha relación que hay entre que las mujeres sean las más pobres, precarizadas, jefas de hogar con salarios de miseria, sin derechos sociales como parte de una violencia machista que es estructural al sistema capitalista y que agrava la vulnerabilidad de las mujeres y personas disidentes para enfrentar esa violencia que se desata en las parejas. Porque si bien la violencia machista atraviesa todas las clases, son las mujeres de los sectores populares las que ponen mayoritariamente las muertas”.
Hizo un repaso de las tareas a las que se dedicaban algunas de esas mujeres asesinadas en lo que va del 2021 en el país: Úrsula Bahillo (18 años) era cajera de un supermercado; Ivana Módica (47) era trabajadora civil de la Fuerza Aérea; Melisa Moyano (40) era enfermera y había sido empleada municipal; Nilda Peano (57) era trabajadora de comercio; Miriam Farías (45), acompañante en un geriátrico; Emilse Gajes (25) era trabajadora de limpieza. Señaló así que “no es lo mismo enfrentar separaciones o procesos contra la violencia machista teniendo recursos económicos para ser asistidas legal o psicológicamente”. Y que cuando las mujeres y disidencias recurren al estado, éste ofrece migajas como denuncian las trabajadoras del Polo de la Mujeren Córdoba.
Señaló el rol traidor de las conducciones gremiales que son las responsables de los salarios de miseria de las trabajadoras, así como de las condiciones laborales pésimas en las que la gran mayoría tiene que “volver a la presencialidad”. Un rol que se vio en cada convocatoria del 8 de marzo, donde se niegan a parar contra los femicidios y por todos los derechos de las mujeres trabajadoras.
Sin embargo, destacó que a pesar de eso, hay procesos de lucha de las trabajadoras, sobre todo las más precarias, como las que se vieron en Córdoba en 2020 y que allí había una perspectiva sobre cómo luchar desde la unidad y coordinación de las luchas.
En ese sentido, destacó el rol potencial de las mujeres de la clase obrera y los sectores populares que junto a las estudiantes que fueron centrales en la pelea por el derecho al aborto, para hacer "temblar la tierra" y mientras exigen a los gobiernos y el estado por medidas urgentes para frenar los femicidios, avanzan en la perspectiva de organización para tirar abajo este estado que sigue estando al servicio de una minoría que explota y vive a costa de la mayoría de la población y poner en pie un estado de nuevo tipo, gobernado por la clase trabajadora, y frente al cual, las mujeres y disidencias, como venimos viendo, jugarán un gran papel.