El comentario de una lectora fue el nexo para llegar a Carmen Flores, trabajadora doméstica nacida en Uruguay, a la que el Estado le congeló el pago de su pensión.
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Domingo 27 de noviembre de 2016 12:00
Fotos Benjamín - Enfoque Rojo
A la voz de Carmen en el teléfono se le notaban las ganas de contar lo que le pasa. Algo adelantó al coordinar fecha y hora de la entrevista. Su casa queda en Villa Luro, cerca del hospital Vélez Sarsfield. El encuentro tuvo lugar en la puerta, cuando volvía de un mandado. El frente está pintado de violeta claro y se adivina el laburo artesanal. Lo pintó ella con sus propias manos, con latas de pintura que recauchutó de la calle.
Similar a la que sufre Dora Franco, trabajadora inmigrante cuyo caso adquirió repercusión a través de esta nota la desidia que sufre María del Carmen Flores hizo que su hija, radicada en Uruguay, expresara su preocupación en un comentario. Así se estableció el contacto con Carmen, a través de su hija que se comunicó con La Izquierda Diario.
La puerta garaje violeta da a un patio delantero lleno de plantas y una especie de galería techada que conduce hacia un arco sin puerta. De allí, atravesando una cortina, se llega directo al comedor con una mesa, tres sillas, un televisor y el mueble del teléfono.
La mesa a la que se refiere es la de Anses UDAI Floresta. El papel que llevó decía que tenía que cobrar una pensión de 4500 pesos, pero el beneficio que recientemente se le había otorgado se suspendió. Según le dijeron, hay que esperar la aprobación de Migraciones. Carmen nació en Uruguay hace 74 años. Llegó a la Argentina hace más de 30. Aquí nació, en el hospital Vélez Sarsfield, Nell Baguerie, su hija menor que vive en Uruguay.
Recientemente Anses firmó un convenio con la dirección nacional de Migraciones para “verificar la residencia” de todos aquellos beneficiarios de prestaciones sociales. Por esta resolución se congeló el pago de haberes y asignaciones a extranjeros. Con esta noticia se encontró Carmen al igual que Dora, nacida en Paraguay, a la hora de cobrar.
Carmen exhibe el papel donde dice, sin rastro alguno de sensibilidad, "al día de la fecha no hay respuesta de Migraciones para liberar el beneficio". El sello data del día 27 de octubre. La angustia creciente de Carmen había empezado, para entonces, diez días antes. El "beneficio" -como le llaman- implica para ella, entre otras cosas, la posibilidad de comer todos los días. Su necesidad, como detalló con la serenidad de quien parece haberse acostumbrado a todo, no puede esperar.
Paciencia
Carmen se dedicó siempre al servicio doméstico. Mide alrededor de 1,60 y probablemente ronde los 50 kilos. A su edad, a pesar de todo, sigue tejiendo alfombras en un telar y realiza el trabajo forzoso que realizó toda su vida en Argentina, en negro. Actualmente, además de las changas en casas de familia y edificios, dos por tres cuida algún enfermo, la llaman para que vaya a hospitales y a las 8 de la mañana va a la casa de una señora enferma para levantarla y bañarla. La mujer que cuida, pesa 105 kilos.
En Uruguay ella y su marido se dedicaban a fabricar ladrillos. Pero poco a poco la cosa se fue complicando económicamente y los hijos que crecieron se fueron viniendo para Argentina. Por eso llegó ella aquí y se estableció en Villa Luro.
Desidia para toda la familia
Carmen perdió en suelo argentino además, a tres de sus hijos, enfermos de HIV. Están enterrados en el cementerio de La Chacarita. También perdió a su esposo Washington Baguerie, pero él está desaparecido. Hace algunos años, el hombre que estuvo casado con ella por décadas enfermó de Alzheimer. Un día salió de su casa con pantalón pijama y nunca regresó.
Mientras habla, Carmen se levanta de la mesa, va y viene buscando papeles para mostrar su evidencia, como si las condiciones en las que vive no fuesen suficientes. Exhibe una fotocopia con la foto de su marido, el cartel de "se busca" que pegaron en todas las terminales y lugares donde pudieron. Sin embargo, ya pasaron cinco años y Washington nunca apareció. Carmen está sola y sus hijos que viven en Argentina tienen familias numerosas y realidades difíciles también.
Ilusión
Carmen tiene la idea de arreglar de a poquito, lo que se pueda, su vieja casa. Una de sus ilusiones era comprar con la plata que cobrara, una lata de brea para sellar las rajaduras del techo que gotean cada vez que llueve.
Habló Lanata
Su voz se quebró en un único momento a lo largo de todo su relato.
Cuestión de peso
Carmen, a su avanzada edad, tiene la fortaleza de seguir para adelante y rebuscárselas a pesar de todo. Tiene además la lucidez de saber quiénes son sus enemigos.
Ya abrazaba la noche cálida de 25 de noviembre, día en que miles se habían movilizado contra la violencia hacia las mujeres. Sus pocos kilos cargan todo el peso que le depositó un sistema perverso y xenófobo sobre las espaldas, con la fortaleza que solo los y las de abajo son capaces de forjar.
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