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Red Internacional

Se Tenía Que Decir.1 de Mayo: los mártires y las luchas de ayer y hoy

Tiempo estimado 6:50 min


Una columna que recorre por qué el 1° de Mayo se convirtió en el Día Internacional de los Trabajadores y trabajadoras.

Lucho Aguilar

@Lucho_Aguilar2

Miércoles 29 de abril de 2020 | Edición del día

Los mártires y las luchas de ayer y hoy - YouTube

Muchos de ustedes conocen la historia. El 1 de mayo de 1886, más de 350 mil trabajadores y trabajadores fueron a la huelga en EEUU.

En Chicago y las grandes ciudades del mundo, la clase obrera trabajaba y vivía en condiciones brutales. La vida media de los trabajadores norteamericanos no pasaba los 30 años y los capitalistas le impusieron que sume a sus compañeras e hijos al trabajo. Ni aún así alcanzaba. Ese año la lucha de los conductores de tranvías de Nueva York logró que en vez de trabajar 18 horas puedan trabajar 12.

El naciente capitalismo vivía una crisis y, adivinen: los de arriba no querían pagar las pérdidas.

Por eso, ese 1º de Mayo fueron a la huelga. Pedían 8 horas de descanso, 8 de ocio y 8 de trabajo.

El desafío para los capitalistas fue doble: primero porque les desafiaban su derecho a disponer de los cuerpos y las vidas obreras como si fueran bestias de carga.
Segundo porque, por primera vez en la historia de los Estados Unidos, una causa unificaba a toda la clase trabajadora. Calificados y aprendices, hombres, mujeres y niños, “viejos norteamericanos” con afroamericanos, inmigrantes europeos y asiáticos.

El banquero J.P. Morgan comandó la reacción burguesa. Primero con la policía matando a 38 obreros en una marcha. Luego montando un juicio fraudulento y asqueroso, para condenar a los referentes de semejante rebeldía. Algunos de ellos a cadena perpetua, otros directamente a ejecución. Eran trabajadores y militantes anarquistas y socialistas.

La lucha dio sus mártires pero también tuvo sus conquistas. Estados Unidos ya era la segunda potencia industrial y su naciente la clase obrera era, inevitablemente, la que movía el mundo. Estibadores, marinos, mineros, ferroviarios, tranviarios, enfermeras, obreras textiles, telegrafistas.

Eran las y los esenciales, la primera línea que peleó en defensa de sus condiciones de trabajo y de vida.

Pero lograron algo más. En homenaje a esa primera línea, el 1° de Mayo se convirtió en el Día Internacional de los Trabajadores y trabajadoras. Ese mismo día, pero de 1890, se hizo el primer acto en la Argentina. Contra las mismas condiciones que imponían los “empresarios nacionales” se hizo un acto obrero e internacionalista en 5 idiomas.

¿Qué reclamaban? Lo mismo. Jornada de ocho horas para todos los adultos, prohibición del trabajo de los menores y del trabajo insalubre de la mujer, descanso no interrumpido de treinta y seis horas. También flameaban banderas rojas y negras.

***

Pasaron 154 años. Un siglo y medio de crisis, guerras y revoluciones. Pero el capitalismo se encuentra en otra de sus encrucijadas.

Quiere sobrevivirse a costa de la salud y el bolsillo de la mayoría de la humanidad.

En medio de un virus que el capital no creó pero si ayudó a expandir con la destrucción de la salud pública y su sed de ganancias, muchas cosas sigue siendo, esencialmente, las mismas.

Los esenciales siguen moviendo el mundo y siguen poniendo sus mártires. Ahí, en el mismo lugar, en la potencia económica del mundo. En un juego de palabras, el cartel que sostiene el joven dice justamente “nuestras vidas también son esenciales”.

Estados Unidos ya llegó al millón de infectados por la pandemia y casi 60 mil muertos. Pero no golpeó a todos y todas por igual. Como cuenta un artículo que reflejamos en La Izquierda Diario, el virus siguió los circuitos del capital penetrando en las concentraciones fabriles, los centros de transporte y almacenamiento, las barriadas obreras.

Fue durísima con los trabajadores y trabajadoras del Metro de Nueva York, que ya pusieron más de 40 muertos. La mayoría eran afroamericanos o inmigrantes, como Caridad Santiago. Fue durísima con los trabajadores de Walmart, como Phillip Tomas y Wando Evans, justamente en Chicago. En la cuna de la gesta del 1° de Mayo si sos negro o negra tenés 7 veces más chances de morir por coronavirus. Porque seguro tenés un trabajo precario y ningún servicio de salud.

154 años después, EEUU sigue siendo uno de los países donde la explotación capitalista no afloja. La mayoría de la clase obrera está precarizada, cobra los salarios mínimos de cada Estado, no tiene derecho a sindicalizarse y tiene que tener dos t rabajos para llegar a fin de mes. Para millones, las 8 horas siguen siendo un sueño.

A los nombres de Caridad, Phillip o Wando podemos sumarles los de otras esenciales, como la enfermera Rosa Bravo en Madrid o los obreros Raúl y Rigoberto en las maquilas de Lear en Ciudad Juárez. Y así en todo el mundo.

Hoy como ayer, la clase obrera sigue poniendo sus mártires, mientras intenta defender sus condiciones de vida y existencia. Hoy como ayer, el capitalismo nos conduce una y otra vez a la barbarie. Hoy como ayer, queda claro quiénes hacen funcionar el mundo, quienes son las y los esenciales. Y también quienes son los miserables. Jeff Bezos, dueño de Amazon, es el J.P. Morgan de nuestros días.

Pero también, hoy como ayer, cientos de huelgas se levantan en Chicago y otras regiones de Estados Unidos: McDonalds, Amazon, Walmart y los hospitales son paralizados por quienes no quieren pagar con sus bolsillos y sus vidas esta crisis. Como se rebelan en Argentina les pibes contra la Mc Estafa o surgen huelgas en México, Italia o Francia.

Ahora que nos acercamos a otro 1° de Mayo: ¿Pensaste qué pasaría si las y los que mueven el mundo se rebelan y le arrancan a los miserables el destino de la humanidad?

Por eso las palabras de Engel, su denuncia de la irracionalidad del capitalismo y la necesidad de combatirlo, tienen enorme vigencia. En homenaje a los mártires de ayer y de hoy, a la lucha internacionalista contra la explotación, dejemos que el recordado Osvaldo Bayer que nos recite un fragmento de ese discurso.

¿En qué consiste mi crimen?

En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social en que sea imposible el hecho de que mientras unos amontonan millones utilizando las máquinas, otros caen en la degradación y en la miseria. Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficio de todos. Vuestras leyes están en oposición con las de la Naturaleza, y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar...

Yo no combato individualmente a los capitalistas; combato el sistema que da el privilegio. Mi más ardiente deseo es que los trabajadores sepan quiénes son sus enemigos y quiénes son sus amigos.





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