Así recordaron y exigieron justicia por el joven asesinado cuando fue a bailar a un boliche de La Fluvial el último fin de semana de febrero. Hicieron más de mil porciones de locro para las familias del barrio, que en muchos casos atraviesan una dura situación como consecuencia de la pandemia y la cuarentena obligatoria.
Martes 5 de mayo de 2020 18:23
El martes desde las cinco de la madrugada, padres, hermanas, primos, amigos y amigas de Carlos Orellano se convocaron en su casa para preparar un gran locro el día de su cumpleaños. "Porque él siempre quiso ayudar a los que están peor", explica su papá Edgardo, "por eso decidimos hacer un locro para todo el barrio". Mari, su mamá, dice que Carlitos era muy amiguero, y que para su último cumpleaños doscientas personas fueron a saludarlo y festejarlo con él. Sus familiares también cuentan que, a partir de la convocatoria y del pedido de donaciones para llevar adelante el locro, recibieron mercadería de muchísima gente, algunos del barrio y otros que ni siquiera conocían, se acercaban para hacer llegar pan, zapallo, maíz y otros alimentos para la locreada.
A la hora del almuerzo y durante un par de horas hubo una cola de vecinos y vecinas de Empalme frente a la casa de Carlitos para llevarse unas porciones de loco. Se acercó sólo una persona por familia con su taper u olla pero por momentos la fila tenía un par de cuadras de largo. Es que la cuarentena dejó sin sustento a miles de trabajadores informales: changarines, trabajadoras domésticas, pescadores, albañiles. En los barrios rosarinos se ve el "lado B" de la cuarentena, de los y las que sobreviven gracias a la poca ayuda estatal y a la iniciativa de los comedores.
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Carlos Orellano, laburante metalúrgico y canalla fanático, cumpliría hoy 24 años. La causa por su asesinato avanzó poco y nada desde que se decretó el aislamiento social obligatorio. Las últimas novedades son que relevaron de sus funciones a los policías que cumplían adicionales en el boliche Ming la noche que fue a bailar. Sin embargo su familia, amigos y conocidos están determinados a que se investigue quiénes son los responsables de su muerte. Las sospechas recaen sobre patovicas del boliche y personal policial.