Una pequeña revisión crítica al paso de Jorge Bergoglio por Chile y su particular impronta papal. Un llamado a la calma en un Chile convulsionado.

Daniel Vargas Antofagasta, Chile
Miércoles 17 de enero de 2018

La venida del Papa se ha organizado con mucha fanfarria, los más de 11 millones de pesos y cerca de 18.000 efectivos policiales involucrados en su paso por el país, son una disposición de recursos elevada para un mero “jefe de estado”. Esto porque su venida tiene otros fines más profundos que solo “reencantar” al 50% que no ve importante su venida.
Su ascenso como sumo pontífice estuvo cargado de expectativas por su origen latinoamericano, su discurso por una iglesia “desde y para los pobres” y su impronta crítica al neoliberalismo, que inclusive le ha ganado detractores en los círculos más conservadores. Así su paso por el país es un intento de la iglesia por reputar su aprobación y neutralizar la desconfianza despertada por los casos de abusos de curas, pero también para calmar las aguas de un Chile que cada vez exige mayores cambios y cuestiona más profundamente a políticos e instituciones.
Un papa del “rincón del mundo”, crítico del individualismo y el consumismo, y que marca distancia con los políticos del gran empresariado es un símbolo poderoso que encaja bastante bien para nuestros gobernantes con su llamado a la paz, la unidad y la conciliación. Un discurso que lamentablemente se cae a pedazos con las diversas polémicas que han marcado sus primeros días en el país; con la impunidad de curas abusadores y encubridores, y como con la represión al pueblo mapuche.
Bergoglio, desde su ascenso, impuso un particular estilo crítico, que condena el sistema neoliberal y su arraso con la naturaleza, por ejemplo durante este martes en el Parque O’Higgins denunció los “graves problemas ecológicos y ambientales” y “la supremacía del poder económico sobre los ecosistemas naturales”. Sin embargo, en última instancia, podemos ver que apela a un capitalismo racional, pero que en ningún caso pretende la superación de las miserias terrenales, como la pobreza y el fin de la contaminación.
“Tienen ustedes un reto grande y apasionante, seguir trabajando para que la democracia y el sueño de sus mayores, más allá de sus aspectos formales, sea de verdad un lugar de encuentro para todos. Que sea un lugar en el que todos, sin excepción, se sientan a convocados a construir casa, familia y nación. Un lugar, una casa, una familia llamada Chile” palabras de Bergoglio en la Moneda.
Desde estas líneas, pensamos que la misión de paso del “compasivo padre Jorge” para la Iglesia Católica es revertir la dura crisis histórica que vive; pero en particular para nuestro convulsionado país su viaje a Chile pretende servir para contener a los pobres y la rabia que acumulamos contra este sistema, toda vez que por más que se disfrace de “progresista” el Papa es el representante de una de las instituciones fundamentales de este sistema desigual, institución marcada por casos de corrupción, derroche de dinero y abusos sexuales de niños y niñas.
Bergoglio es representante de una de las instituciones más fundamentales de esta sociedad capitalista y desigual, y que no ha estado exenta de casos de corrupción, abusos sexuales, y derroche de dinero.
¿Que nos queda?
La venida del Papa abrió el año político en el país, y esta demostración de movilización será la base sobre la que la iglesia armará su plan para legitimarse y de ser necesario reactivar una “agenda valórica” con los sectores sociales y políticos más conservadores para avanzar con la “retroexcavadora al revés”, y tenemos que prepararnos para enfrentarles cuando quieran quitarnos los pocos derechos conquistados.
Sin embargo, las mujeres y la diversidad sexual, deberán enfrentar a sus enemigos, requiriendo la mayor amplitud en la defensa de estos derechos. Por lo que todas las organizaciones que, como el Partido de Trabajadores Revolucionarios y Pan y Rosas, defiendan tales derechos, debemos prepararnos para que seamos miles en las calles.
Nosotros, desde el PTR, creemos que para organizar esta defensa a una mayor escala, necesitamos una organización que pueda conectar la cada más sentida demanda, con un plan general para terminar con este sistema de explotación y violencia. Y es por esto que invitamos a todas quienes compartan esta ambición a organizarse junto a Pan y Rosas para levantar, dentro del movimiento de mujeres, una alternativa que se ponga la tarea de demostrar que no esperaremos dormidos estos ataques, sino que estaremos bien despiertos y listos para defendernos.