La Izquierda Diario se hizo presente en la entrega de bolsones del colegio secundario para hablar con familias y estudiantes, acerca del cupo de bolsones, presencialidad, virtualidad y la situación económica en los hogares.
Miércoles 7 de abril de 2021 22:24
Al llegar a la escuela nos encontramos con una imagen que bien podría pintar de cuerpo entero la situación que están viviendo hoy la mayoría de las familias de la escuela pública: una larga fila de más de dos cuadras con estudiantes, mamás, papás y abuelas a la espera de su turno para recibir la entrega de una bolsita de comida.
Cuentan que si bien la entrega estaba anunciada para las 14:30 horas, la mayoría se empezó a acercar a las puertas del colegio industrial –calle 1 y 58- desde las 9:30 de la mañana, porque saben que los cupos para conseguir una bolsita son muy limitados -no más de 150-, y porque lo vienen viendo en cada entrega de alimentos, la concurrencia fue siempre en ascenso con filas cada vez más largas. Y por si fuera poco, no importa si en la escuela estudian 2 o 3 hermanos y hermanas como en general sucede, siempre es una bolsita por familia. Es una ecuación que no cierra.
Cuatro o cinco horas de espera para recibir una cantidad de alimentos suficiente para alimentarse por no más de tres o cuatro días. Claro, el ánimo en la fila de espera no es el mejor. Las familias están muy preocupadas por la situación económica y por la poca cantidad de bolsones que tiene la escuela.
Briana, es alumna de la escuela, y por llegar unos minutos después de las 14: 30 se quedó sin números y sin bolsón, que como le dijo a este medio, y sin “llevar algo a su casa”. Además Briana, como miles de jóvenes que hoy no tienen laburo y tampoco se consigue, se quedó sin IFE y por eso changuea por las tardes, limpiando casas, un trabajo mal pago y en negro. Cuando le preguntamos por la vuelta a las aulas fue tajante: “esta escuela nunca estuvo en condiciones”.
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El colegio, que esta semana tuvo 10 contagiadas y contagiados de Covid-19 entre preceptores y docentes, se encuentra parcialmente abierto, ya que está cursando presencialmente solo 300 estudiantes de una matrícula de 1900. Pero como vienen reclamando y denunciando desde la Comisión de seguridad e higiene de la escuela “no hay condiciones de infraestructura, sanitarias ni laborales para una presencialidad segura”.
La fila para recibir el SAE en el Albert Thomas, muestra el mismo termómetro que la calle y los distintos ámbitos laborales de la ciudad de las diagonales: preocupación por la economía de todos los hogares, y desamparo ante la nueva ola de covid. Esa bronca se puede canalizar, a través de la organización y de la lucha. Replicar las comisiones de seguridad e higiene, como la del Albert Thomas, para que la crisis y las consecuencias de la pandemia no recaigan sobre las y los trabajadores.
