Como todos los años, las patronales del azúcar agitan el fantasma de una “crisis terminal” en la industria azucarera. Los reportes de la EEAOC parecen desmentir tal situación. Los trabajadores deben prepararse para enfrentar nuevos ataques.
Emiliano Trodler Economista
Jueves 16 de abril de 2015
El período de prezafra en Tucumán arranca con los mismos vaticinios catastróficos que en 2013. Si en aquel momento los medios de comunicación hablaban de “la peor crisis azucarera en los últimos 30 años”, hoy se habla de una “tormenta perfecta”.
Luego de una zafra 2014 con repunte de los precios del azúcar, se espera un nuevo pico de producción a partir del aumento del rendimiento de la caña esperado para este año. Se ha puesto de moda culpar al clima por los males que aquejan a esta sociedad, sobre todo cuando lo que se intenta es ocultar la responsabilidad de la clase dominante en las crisis sociales. En el caso del azúcar, lo que se intenta naturalizar es que detrás de las variaciones del precio se oculta una histórica puja entre productores de caña e industriales. Esta puja tiene por epicentro a la provincia de Tucumán y es determinante para los precios del azúcar a nivel nacional.
Sobreproducción y puja entre capitalistas
A diferencia de Salta y Jujuy, con integración vertical de la producción azucarera, la producción de caña en Tucumán está repartida entre aproximadamente 6000 cañeros.
La mayor parte de esa producción está en manos de grandes terratenientes. De acuerdo a los datos del Ministerio de Economía, el 64% de los productores ocupan un 8,4% de la superficie de cultivo de caña en la provincia mientras que el 5% de los terratenientes poseen el 63% de las tierras que se dedican a la caña de azúcar.
Si tenemos en cuenta que Tucumán produce más del 65% del azúcar que se produce nacionalmente, podemos hacernos una idea de la influencia que ejerce la sobreproducción tucumana en la determinación de los precios a nivel general.
Otro elemento a tener en cuenta es que más del 60% de la producción de azúcar se destina a la industria alimenticia, y se comercializa principalmente a través de los ingenios, que son los que dominan la cadena de producción.
Además desde hace algunos años buena parte de la producción de caña se destina a la producción de alcoholes para biocombustibles (alcohol anhidro) y para productos químicos (alcohol hidratado).
Es decir que la industria azucarera se maneja, no con uno, sino con distintos precios: precios de góndola (para los ingenios que fraccionan el azúcar para mercado minorista), precio de contrato con la industria alimenticia, precios que se manejan en el mercado de capitales (especulación financiera a través de contratos a futuro), los precios del bioetanol (con tendencia creciente desde hace varios años), etc.
Cuando desde los medios se habla una “crisis terminal” o de “precios que tornan inviable la industria azucarera”, se hace referencia a las transacciones que realizan principalmente los pequeños productores de caña.
En Tucumán, además, se ha extendido el sistema de maquilas a través del cual los cañeros reciben de los ingenios el 58% del azúcar que sale de la caña como forma de pago. Entre los pequeños y medianos ingenios, que compran la mayor parte de la caña a terceros, se establece entonces una disputa por la determinación del rendimiento de la caña. De esta manera los industriales intentan descargar la caída de los precios sobre los productores cañeros.
Pero además, la comercialización de este azúcar está tercerizada en empresas de servicios que se ocupan del cultivo, cosecha, fertilización y comercialización del azúcar, y también a través de los ingenios de mayor porte que además tienen capacidad de almacenamiento y especulación.
Podemos confirmarlo citando las declaraciones del CEO de Atanor (Ing. Concepción e Ing. Marapa), quien esta semana afirmó “hay en el ambiente un run run de que la bolsa está a $ 210 o $ 220. Te lo digo y ponlo como título: Atanor jamás vendió una bolsa a $ 220. Ese valor no está en nuestro radar. Y si fuera ese el precio, no venderíamos y nos sentaríamos arriba del azúcar hasta que cambie (…) Probablemente, hay operaciones en $ 210, pero todos sabemos que, como sucede en las economías, no sólo en el azúcar, hay tipos que están volcados y otros que no necesitan reventar el mercado (…) A un productor nuestro que está en mala situación, le digo: antes de salir a reventar el azúcar, lo ofreces y lo compro yo, que lo guardaré” (La Gaceta, 12/04/2015).
Pequeños productores o pequeños rentistas
Históricamente los intentos del Estado por regular la competencia resultaron impotentes para frenar la competencia y las tendencias a la concentración del capital en la industria azucarera. Lo corroboramos hoy con el deslucido papel que juega el IPAAT ante la caída de los precios internacionales del azúcar que son los que provocan la sobreoferta en el mercado local. Pero el ejemplo más palpable es la conversión cada vez más extendida de pequeños productores cañeros en pequeños rentistas que tercerizan la producción y comercialización del producto.
Hasta la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC) realiza sus cálculos en base a los precios de las contratistas debido a que “la modalidad ha adquirido una importante difusión en Tucumán y actualmente comprende a una parte significativa de los cañeros de la provincia” (Reporte Agroindustrial, Enero 2015).
Las últimas semanas volvimos a ver a la Unión de Cañeros Independientes de Tucumán (UCIT) y Cañeros Unidos del Este (CUE), movilizarse para exigir al gobierno provincial una serie de medidas tendientes a elevar el precio del azúcar.
Cañeros e industriales parecen ahora ponerse de acuerdo en solicitar al gobierno provincial que gestione ante ejecutivo nacional la elevación en un 2% del corte de alcohol en combustibles; una línea de créditos a través del Banco Nación o el Banco Macro bajo el sistema de warrants (prestamos que se otorgan contra un depósito de azúcar que permanece inmovilizado en warranteras), y un nuevo desembolso por 40 millones de pesos para el fideicomiso azucarero que gestionaría el gobierno provincial. A nivel local, además, el gobernador prometió bajar la alícuota de los Ingresos Brutos.
Una batería de medidas contradictorias que por un lado apuntan a descomprimir la producción azucarera desviando la caña a la producción de alcoholes y por el otro otorga facilidades crediticias y subsidios a para la rentabilidad de los pequeños cañeros sosteniendo al mismo tiempo la producción de caña.
El “estado de quebranto” de los pequeños productores también se puede poner en duda si apelamos a los cálculos que en enero de 2015 realizaba la EEAOC (bajo la presidencia “honorífica” de Juan José Budeguer, uno de los cañeros más importantes de la provincia).
Según el mencionado informe, el margen bruto promedio de un pequeño productor cañero para la zafra 2014 ascendía a $ 2370 por hectárea. Es decir que un pequeño productor con 50 hectáreas, estaría obteniendo un margen de 120.000 pesos por zafra. Nada mal para un rentista.
La agenda del movimiento obrero azucarero
Si entre cañeros e industriales hay una puja por los precios del azúcar, ambos sectores trabajan juntos para empujar hacia abajo las condiciones de vida de los trabajadores azucareros, y el cuento de la crisis azucarera lo utilizan en primer lugar para poner un techo a las paritarias.
Para ello cuentan con los servicios del Secretario General de FOTIA, Roberto Palina, quien desde su sillón en el IPAAT viene actuando más bien como un representante de los terratenientes en defensa de los precios del azúcar, sin poner jamás sobre la mesa un solo punto de la agenda de los trabajadores.
Por abajo empieza a crecer el descontento. El año pasado los trabajadores del Ingenio San Juan recuperaron el Sindicato de manos de la burocracia y desde ese momento se encuentran peleando contra una patronal que paga el sueldo en cuotas y que ni siquiera hizo los depósitos para la obra social dejando sin cobertura médica a más de 400 familias.
Pero los trabajadores no enfrentan solo a las patronales del azúcar y a la burocracia sindical, sino también al gobierno de Alperovich que puso la infantería a disposición del fraudulento grupo Altamiranda. Los partidos patronales de la oposición (UCR, FR) que cuentan en sus filas con empresarios azucareros, prometen seguir en la misma línea.
La poderosa clase obrera azucarera tiene una enorme tradición clasista que debe retomar y superar políticamente para luchar contra una clase capitalista que prepara nuevos ataques y mayores penurias.