La obra de esta importante realizadora y dramaturga del NOA ya está en escena, se podrá ver en septiembre en Catamarca.
Jueves 8 de septiembre de 2016
No hay lenguaje autónomo en los movimientos de los cuatro actores, autónomo de la palabra que aparece desacralizada pero no carente de su pulsión erótica y thanatica, palabra- verbo-movimiento primero, palabra-grito-pensamiento. Palabra-acción.
“El carozo del invierno se llama primavera”, es la pieza que componen con sus cuerpos , con la voz y la poesía de Luis Franco ,que actúa como un disparador y es un dispositivo liberador para un mundo de seres enjaulados, acostumbrados. “¿Que es el hombre, usted lo sabe? y todos ustedes lo saben” espetó el autor de Belén, con el mismo aliento de Thoreau y Whitman y lo dicen con el cuerpo (caparazón del ser): Cristian Romero, Georgina Gaibiso, David Silva, Moises Seleme.
Se sacuden, tiemblan como la tierra que sacuden los volcanes milenarios y la luz “más nutricia que la médula /tiene alas y gorgeos de canario/la mañana que viene descalza para cruzar la creciente del rocío/ así se yuxtaponen movimientos, palabra y gesto en un todo que une la dramatización sonora (Carlos Gaibiso) presente en un sonido nimio, en recurrentes frecuencias rítmicas, en la voz de un fagot que traduce la de un barco. El todo absoluto como en el primer teatro griego y acaso como el de aquel teatro balinés que deslumbró a Artaud, teatro ritual, donde las máscaras, el fuego, el grito, el movimiento, el terror y la alegría nos llevaban al ser aullante, al hombre que se indaga desde la caverna sobre su existencia que se prolonga hasta su máxima expresión-realización tal cual lo traduce Franco con su lira y es el legado que toma la directora Pompei: la revolución social.
Recomendable esta obra, de gran nivel que se pondrá nuevamente después de la primavera en el Teatro del Sur de la ciudad de Catamarca.