Los planes de un acto masivo para el 17 de Octubre se diluyeron tras la negativa del presidente a participar. Con el adelantamiento de las elecciones provinciales para mayo, la dupla busca despegarse del ajuste nacional. En Juntos por el Cambio se dispersan. La pelea por una alternativa por izquierda.
Maximiliano Olivera @maxiolivera77
Domingo 16 de octubre de 2022 11:20
Hace tiempo que la figura de Juan Manzur como Jefe de Gabinete ya no tiene el “volumen político” que tanto se declamó. Opacado por las sombras de un ajuste innegable que debe disimular a diario y porque las luces se han dirigido a Sergio Massa, el tucumano recalcula permanentemente sus posibilidades de finalmente dar el gran salto y tener un lugar en una fórmula presidencial del peronismo. En ese camino no faltan los reveses y el último ocurrió con los preparativos para el Día de la Lealtad peronista. Semanas atrás, Manzur ofreció a Tucumán como escenario para que Alberto Fernández tenga un baño de masividad, buscando emular ese 17 de octubre de 2018 donde se empezó a esbozar el “es con Todos”. La negativa presidencial a participar y la realidad de que los gobernadores no le regalarían a un potencial adversario una foto que lo apuntale, terminaron por enterrar ese plan de máxima. Otro síntoma del desgaste y la interna del Frente de Todos.
Recalculando, las lealtades de Manzur se ceñirán a la provincia y encabezará junto a Osvaldo Jaldo, el vicegobernador a cargo del Ejecutivo, un acto en la sede del Partido Justicialista. El encuentro está atravesado por los planes locales para el 2023 y para que no queden dudas, Jaldo anticipó que el lunes firmaría el decreto que convoca a los comicios provinciales para el 14 de mayo. El adelantamiento de las elecciones viene demandando la sobreactuación de lealtad por parte de diferentes figuras y figurones que buscan mejorar su posición dentro del paraguas “Jaldo-Manzur 2023”. También preanuncia las jugadas a traición porque, como en el tango, muchos se prueban la ropa que el otro va a dejar.
Con las elecciones anticipadas, Manzur y el peronismo tucumano atenuarán sus lealtades nacionales. Basta ver el último índice de inflación del Indec para encontrar la razón más evidente de porqué para los oficialismos provinciales es importante despegarse de Fernández. No ser arrastrados por el descontento con el Gobierno nacional y también que no se resientan mucho más los efectos de un plan económico monitoreado por el FMI, son dos motivos para desdoblar elecciones. Pero Manzur suma otra razón, cree que un eventual triunfo lo puede fortalecer en la disputa nacional y que mientras más pronto sea, mejor. En el camino, prepara su regreso a la provincia para principios de 2023.
Aunque parezca armónico, el encolumnamiento detrás de una fórmula “Jaldo gobernador-Manzur vice” no ocurre sin tensiones. Primero, porque en 2021 ambos encabezaron listas internas para las PASO y aunque los manzuristas se impusieron, quedó demostrado que el jaldismo tiene peso propio. Las vicisitudes de la derrota nacional del Frente de Todos en las primarias llevó a que Manzur se integre al Gabinete y Jaldo asuma la gobernación y, posteriormente, se convenzan de que la sociedad entre ambos es la llave para sostener el poder. Segundo, porque la renovación total de autoridades ejecutivas y legislativas tiene como particularidad que muchos intendentes y legisladores terminan su segundo mandato. Si ya los cargos son pocos para los candidatos que se autopostulan, este elemento agrega más pimienta.
Frente a estas tensiones, Manzur y Jaldo habrían acordado no realizar elecciones internas y que los elegidos sean por consenso entre ambos o según el territorio en cuestión. Una interna en el peronismo quitaría el filo que tiene el sistema de acoples, donde un candidato a un cuerpo legislativo puede adosar su boleta a la de un postulante a un cargo ejecutivo, así varios candidatos a concejales suman votos para un mismo candidato a intendente o muchos candidatos a legisladores se acoplan y tributan para un mismo candidato a gobernador. Este esquema, usado también por Juntos por el Cambio, eleva el “espíritu competitivo” y pone en marcha el aparato electoral. También parece que se acallaron las voces disidentes, como la del intendente Javier Noguera que se vio como candidato a gobernador y esta semana declaró en una radio oficialista que “acatará lo que se resuelva”. Poco duraron las aspiraciones del posible candidato que entusiasmaba al kirchnerismo.
¿Juntos?
La otra coalición duda hasta de su nombre. En Juntos por el Cambio las diferencias se acentuaron con la reunión a solas entre el peronista Germán Alfaro y el radical Roberto Sánchez, ambos con intenciones a la gobernación. Durante esa reunión, en suelo porteño, el intendente capitalino golpeó primero con una propuesta de internas donde el candidato a gobernador lo elijan los afiliados de los partidos de la coalición. En la disputa por imponer la narrativa de la reunión, Alfaro dejó en off side a Sánchez con la posibilidad de que un republicano prefiera la “elección a dedo” y no una elección por votos. Mientras tanto, el peronista no deja de sumar afiliaciones para su partido-sello.
La picardía de Alfaro despertó el rechazo de los radicales, quienes aparentemente habían salido de letargo por las diferencias internas postulando a Sánchez. Hasta comenzaron a circular los afiches donde el ex piloto es acompañado por Silvia Elías de Pérez y el legislador José Canelada fue propuesto como candidato por la Capital. Por otro lado, en el acople de la Sociedad Rural —el partido Creo que postula a Sebastián Murga como gobernador— vieron con buenos ojos a la intención alfarista y se proponen sumar al bussismo. El propio Alfaro tuvo un encuentro publicitado con Ricardo Bussi, en marzo, como señal para el resto de Juntos por el Cambio. En tanto que el hijo del genocida descubrió puntos en común con el peronista contra el que tanto despotricó, similar a su nuevo socio Javier Milei cuando descubre que Macri "no es casta" y los empresarios son "víctimas".
En el medio, la crisis
Pese a todo los intentos de ocultarla, la crisis sigue estando allí. Las internas, nacionales y provinciales, de las dos principales coaliciones no se profundizan solo por el clásico regateo electoral. Son la expresión de la crisis económica y social anclada en el ajuste en curso y el plan económico que monitorea el Fondo. Si el Frente de Todos, con su propia división de tareas, lleva adelante el ajuste, la derecha de Juntos y los liberales piden por más. Difícil disipar el malhumor social con programas económicos que por diferentes vías conducen a lo mismo.
Así como nunca es suficiente lo que se ajusta en los salarios y jubilaciones, nunca es suficiente lo que se les regala a las patronales. Esta semana la Legislatura congregó a oficialistas y opositores en la sanción de la "emergencia citrícola", una ley que prorroga por un año más los beneficios impositivos para las patronales del sector. Un obsequio millonario para una minoría que hasta figura en los rankings de Forbes de los más ricos. "Los que de verdad se encuentran en crisis y emergencia son los trabajadores rurales. Quedan a la deriva entre zafra y zafra. Tienen que migrar, hacer changas y ni siquiera comenzaron a cobrar el plan interzafra de $24.000", afirmó Alejandra Arreguez, referente del PTS-Frente de Izquierda.
Los efectos de la crisis también posibilita que los trabajadores salgan a dar pelea. La lucha en el neumático planteó un ejemplo donde los trabajadores ganan y que la resignación ante el ajuste no es la única alternativa. La izquierda es parte de esas peleas que también incluyen a docentes, el citrus, la salud, las universidades, los movimientos sociales y de mujeres, y con el Frente de Izquierda es tercera fuerza nacional con un programa en defensa de las grandes mayorías. Sobre esos puntos de apoyo, desde el PTS venimos apostando a organizar esas fuerzas en asambleas que se plantean una alternativa política con la construcción de un gran partido socialista de la clase trabajadora.