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Red Internacional
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Mendoza. Soledad Olivera, crónica de una lucha emblemática

El movimiento de mujeres de la provincia espera expectante que se reanuden las audiencias de la última etapa del juicio.

Miércoles 10 de mayo de 2017

Se trata de una herida abierta en Mendoza ya que, como dice el mural pintado en Lavalle, “nuestra comunidad está incompleta” desde el 4 de septiembre de 2012 cuando Johana Chacón desapareció. En ese momento tenía 13 años, vivía en la finca Curallanca y era alumna de la escuela Virgen del Rosario en la localidad Tres de Mayo de Lavalle.

A este mismo colegio asisten los hijos de Soledad Olivera, otra mujer que desapareció poco menos de un año antes que Johana. El fiscal Darío Nora había recibido la denuncia de la desaparición por parte de los familiares de Olivera, pero nada hizo al respecto. Su inacción le valió el pedido de juicio político, el cual fue desestimado.

Fue gracias a las docentes de esta escuela, que indignadas por el trato indiferente de la justicia con las mujeres pobres, y lejos de que el dolor las paralizara, se pusieron en acción. Entre compañeros y compañeras de trabajo solidarias, alumnos, compañeros de Johana, la comunidad de Lavalle y distintas organizaciones de mujeres, se organizaron las primeras marchas que, ante la presencia de los medios pedían “No nos dejen solas, no las dejemos solas” .

El tiempo transcurría, ningún indicio aparecía sobre las mujeres y el silencio de quiénes debían dar respuestas hizo necesario llevar esta lucha un paso más adelante. Miles de volantes con la cara de Johana y Soledad se repartieron en nuevas marchas pero esta vez en la capital mendocina; festivales, campañas de fotos y hasta fue aprobado un proyecto en la legislatura que instaura el día 4 de septiembre como el "El día provincial de la construcción colectiva de conciencia ciudadana", con jornadas de reflexión sobre tres ejes: Protección de Derechos de niños y adolescentes, Violencia de Género y Trata de Personas.

Así fue cómo en 2015 se llegó al primer juicio, que no solo aportó pruebas y testimonios señalando a Mariano Luque como principal sospechoso y acusado por la suerte que corriera Soledad, si no también que ambas desapariciones estaban relacionadas. Finalmente, la impunidad ganaría este juicio, dejando libre a Luque por el “beneficio de la duda”.

La bronca estalló en las calles una vez más, pero esta vez con la fuerza del Ni una Menos miles de mujeres exigieron la renuncia de los jueces de este escandaloso fallo y tomaron las calles contra la impunidad.

Micaela Minoli fue una de las jóvenes que tomó esta causa en sus manos desde el principio, cuando un puñado de mujeres empezó a levantarse en la localidad de Lavalle. Hoy es estudiante de la UNCuyo, referente de la agrupación de mujeres Pan y Rosas y, mientras espera la resolución del juicio por Soledad, comenta “desde que desaparecieron Johana y Soledad participé de todas las marchas que convocaban las maestras. Para el primer juicio por Soledad participé ya como militante de la Comisión de Mujeres de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, en la que nos habíamos empezado a organizar para la primera movilización por NiUnaMenos.

Luego del fallo que dejó impune a Luque nos organizamos para echar a los jueces Uliarte, Valerio y Bermejo que son docentes de la UNCuyo y que habían permitido este fallo. Gracias a esta lucha logramos que se abra una cátedra paralela en Trabajo Social, ya que los estudiantes sólo podían cursar en la de Uliarte.

El reclamo de justicia por Johana y Soledad fue uno de los primeros pasos que la comunidad mendocina y, especialmente el movimiento de mujeres de la provincia, dio para formarse como tal. No haber abandonado el reclamo por la aparición de estas mujeres lavallinas es lo que nos mantuvo en pie y nos dio fuerzas para organizarnos y salir con todo a las calles de Mendoza a exigir NiUnaMenos”.