MUNDO OBRERO / LA IZQUIERDA EN VIVO.¿Por qué la cúpula de la CGT también es parte de los "servicios esenciales"?
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Viernes 24 de abril de 2020 | Edición del día
Vieron que venimos hablando estas semanas de las y los esenciales. De la clase trabajadora, la que mueve el mundo con o sin virus.
Yo sé que va a sonar polémico, pero creo que hay otros esenciales. Me refiero a la CGT y sus hombres. Para entender, hagamos como con los miserables, conozcamos un poco su historia.
Hoy les traemos 5 postales de Héctor Ricardo Daer.
El hombre que aprendió a mirar al costado
En 1992 nuestro amigo asume al frente de la Secretaria Gremial de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad, ATSA.
Se encargaba de todas las negociaciones y reclamos de 60 mil trabajadores y trabajadores de clínicas, laboratorios, droguerías, sanatorios, entre otros. Su jefe era Carlos West Ocampo, uno de los “gordos”, como le llamaban a los dirigentes de los grandes gremios. West Ocampo venía de ser de los azules, el ala colaboracionista de la CGT durante la dictadura. Estos muchachos se convirtieron en esa década, infame, los 90, en la CGT menemista. Pactaron las reformas flexibilizadoras, bancaron todos los ajustes, se hicieron los boludos con los millones de despidos y apoyaron la privatización del Estado. No solo del Estado, Daer y su jefe fueron fervientes defensores de la destrucción de la salud pública, con la fragmentación y la desfinaciación que le dejaba el negocio a los empresarios privados de la salud.
Uno de los puntos cúlmines fue la Ley Banelco.
Para quienes no recuerdan, fue la Reforma Laboral que De la Rúa pactó con senadores peronistas y un sector de la CGT. Bueno, justamente el sector en el que estaban Héctor y su hermano Rodolfo, que era el secretario general de la CGT.
El empleado del mes
Llegó el 2001, se pudrió todo, pero Héctor había escuchado en uno de esos despachos empresarios que frecuentaba que “toda crisis es una oportunidad”. Y dale dijo, y ese año se hizo elegir secretario general, o sea capo total del gremio. Hace 20 años, ayer nomás.
¿Qué hizo? La de siempre. Primero aplaudió la devaluación que se comió el salario obrero un 30%, dejó pasar todos los cierres de clínicas y laboratorios, miles de despidos, firmó convenios por empresa en Bagó, Biogénes y Montpellier que obviamente fueron en perjuicio de los trabajadores.
Pero además se hizo muuuy amigo de los dueños de los laboratorios. De “los miserables”. Uds saben que en el capitalismo la medicina es un negocio que lucra con la vida de millones. Sobre de los abuelos, las mujeres y los más pobres.
En nuestro país existen 10 laboratorios que concentran gran parte del negocio, lo mismo que 4 distribuidoras y también 4 droguerías que concentran la mayoría del mercado.
Bueno durante su gestión Héctor se hizo muy amigo de los Roemmers, de los Bagó, de los Sigman. Eso le generó alguna enemistad con quienes ponían el lomo todos los días en esas empresas.
Panqueque
Ahora Héctor nunca se conformó con eso de ser dirigente sindical ni empleado del mes. Hay que reconocer que siempre fue un muchacho ambicioso, como su hermano Rodolfo. Y finalmente se le dio.
En 2013 salió elegido diputado nacional por el Frente Renovador. O sea, ya había estado con Menem, después se pasó al bando de Duhalde, más tarde acompañó a los Kirchner, pero cuando olfateó sangre se paso al massismo.
¿Qué hizo esos años? Para los trabajadores nada. De hecho, su intervención más apasionada fue cuando reclamó que todas las compras del Estado para el Plan Remediar sean a laboratorios nacionales y no extranjeros. Suena bien, el problema era que los “nacionales” estaban haciendo negociados tremendos con los planes sanitarios estatales, entre ellos el PAMI. ¿O cómo se creen que hicieron sus fortunas Roemmers y su banda?
Bueno, el hombre que siempre miraba al costado se aburrió de Massa, probó con Randazzo y al final terminó con Alberto Fernández.
A donde está, que no se ve, ni el atril ni la CGT
No alcanzaba con todos los cargos que dijimos, que además acumulaba. Para que tengan una idea, La Izquierda Diario mostró que en 2017 entre sus cargos en ATSA, la Obra Social y en el Congreso ganaba 260 mil pesos. Era el equivalente a 30 salarios mínimos o 20 veces lo que ganaba una enfermera o un obrero de laboratorio.
Bueno, pero podríamos decir que fue uno de los momentos de gloria de Héctor. Porque se convirtió en el secretario general de la CGT. Era la oportunidad. Asumía un gobierno el gobierno de los CEO, gorila, la patria está en peligro, carajo, se pudre todo.
Bueno, se pudrió todo, pero no con el gobierno sino en un acto de la CGT. ¿Se acuerdan el cantito? "Ponele fecha..."
Pero los paros que hicieron la CGT y Daer fueron para descomprimir, como ellos dijeron. Durante su gloriosa gestión se perdieron cientos de miles de puestos de trabajo, más de 15% de salario real, se aprobó la reforma jubilatoria y se precarizó mucho más el trabajo. Pero claro: Héctor llevaba 25 años mirando al costado, mirá si se iba a plantar de frente justo ahora.
Cómplice
Bueno, pero a pesar de tooodo eso, Hector volvió a ser premiado. Se convirtió en uno de los animadores del Frente de Todos de Alberto Fernández. Como en la polémica campaña de 2009, los laboratorios volvieron a apoyar la fórmula peronista.
Y los que saben dicen que el gobernador Juan Manzur, el empresario Hugo Sigman y el propio Daer tuvieron mucho que ver.
Y el hombre siguió mirando al costado. Unas semanas antes de la pandemia se olvidó de discutir la actualización de la paritaria. Dijo que “si no fuera por el coronavirus estaríamos tomando medidas”. Al final hizo un acuerdo por el que los trabajadores de la Sanidad pierden 23 mil pesos entre marzo y junio.
Pero eso no es lo peor. Lo peor es lo que está pasando ahora. Lo peor son los cientos de enfermeras y médicos que se están enfermando por la voracidad patronal. Argentina tiene el triste récord que trabajadores de la sanidad infectados.
Ya mostramos lo que sucede en el Hospital Italiano, la Clinica de la Providencia, San Andrés, Bazterrica, Consultorio Marítimo y un montón de clínicas y sanatorios del interior nos llegan denuncias. Las exponen, no les dan insumos, les mienten.
Ni Daer, ni los empresarios de la salud ni el gobierno cuidan a las que nos cuidan.
Vos te podés preguntar, después de todo esto: ¿a quién se le puede ocurrir que Daer y la CGT son esenciales? Si hace 30 años están en cuarentena.
Bueno, según como se lo mire. Su trabajo es esencial para los miserables: son quienes pactan los ajustes, quienes persiguen a los opositores, quienes firman convenios y paritarias a la baja, quienes precarizan a la juventud y las mujeres. Para el capitalismo, todo eso, es un trabajo esencial.
Por eso, le recomendamos desde este espacio, amigo, amiga: vacúnense contra la burocracia sindical. Son el peor mal que sufre la clase trabajadora.
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