Los protagonistas de la principal rivalidad de la política tucumana transitarán los primeros meses 2017 con la especulación de sus candidaturas.
Maximiliano Olivera @maxiolivera77
Martes 21 de febrero de 2017
Aunque fue un tema de conversación en las vacaciones de la política, comienzan a despuntarse algunas definiciones sobre los espacios políticos en Tucumán de cara a las elecciones legislativas de este año. En realidad, más que definiciones hay nuevos elementos para pensarlas.
El punto de partida obligado es la rivalidad entre José Alperovich y José Cano. Aunque ambos están ocupando cargos —el peronista como senador, el radical frente al Plan Belgrano— son reclamados como candidatos de sus respectivos proyectos. Se prefigura, así, el enfrentamiento por la gobernación en 2019.
Coexistencia pacífica
Aunque no haya manifestaciones públicas es innegable la división en diferentes alas que reflejan la distribución de poder del Partido Justicialista. Alperovich sigue siendo la figura fuerte, conserva voluntades y sus palabras tienen peso en el resto, importante si se tiene en cuenta que el senador no dijo ni una palabra en el recinto durante 2016.
El otro eje de la maquinaria pejotista es el que constituyen Juan Manzur y Osvaldo Jaldo. Aunque hubo algunos roces entre el poder Ejecutivo y el Legislativo, que ambos encabezan, ambos constituyen un matrimonio por conveniencia. Saben que es mejor transitar esta segunda parte de la gobernación en coexistencia pacífica, aunque saben que el faro que ilumina al otro es 2019.
Otro sector, modesto pero ineludible, es el del pejotismo territorial y sindical, muchas veces materializado en los “acoples”. Legisladores e intendentes con peso propio, suelen disciplinarse aunque las fidelidades no están aseguradas. Para ejemplo véase al legislador Antonio Ruiz Olivares, cabeza del acople que más votos traccionó en las convulsionadas elecciones de 2015. Desplantado en la Legislatura, adquirió voz crítica y fue un impulsor de un viaje de intendentes para una reunión con Domingo Amaya, en su rol de funcionario nacional. En todo caso, si es por fondos, esos intendentes también tocan timbre de Casa de Gobierno.
El dilema aquí es encontrar una candidatura “unitaria”, con una lista que deje a todos contentos. Una opción es Sarita Alperovich, la hija de José, para dar la sensación de “continuidad y cambio”, aunque no termina de convencer. Por las dudas, acompaña a su padre en cada recorrida debidamente registrada en Twitter.
Como sea, todo indica que las diferencias se van a negociar hacia dentro del PJ. Lo contradictorio es que cada actor que si en 2017 formó parte del elenco difícilmente le alcance para llegar al papel protagónico en 2019.
El laberinto opositor
Por el lado del Acuerdo para el Bicentenario el panorama es difuminado y problemático. La candidatura de este espacio pareciera ser el mayor problema, entendiéndola como la figura que hace equilibrio entre Cano, Domingo Amaya y Germán Alfaro.
En una entrevista reciente, Cano afirmó que le “dolería” si Mauricio Macri le pide abrirse del Plan Belgrano para volver a la provincia como candidato. Para matizar, sostuvo que siempre dio la cara cuando era necesario.
Un elemento a tener en cuenta es que no es lo mismo dar la cara siendo opositor que como “ministro” del Gobierno nacional. La posición del radical ayuda a que adversarios y enemigos vean cómo se va desgastando a medida que crece el malestar social por las medidas de ajuste mientras hay “sequía de inversiones” en el Plan Belgrano.
Macri y sus aliados han recibido un importante golpe en el núcleo de su relato. Detrás del escándalo por los $70 mil millones del Correo Argentino subyace el carácter parasitario de una “burguesía nacional” que corre con la ventaja de tener a sus “hijos” de los dos lados del mostrador. Ahora se suma la denuncia por la low cost Avianca, que en la provincia fue presentada por Manzur como “la” inversión conseguida.
Cano se tiene que retrotraer a los bolsos de López, argumentado reciclado ante el malhumor social. Aún más si se ve su “pesada herencia”. El radical está salpicado por una causa de malversación de $353 millones de la UNT, donde el exrector Juan Cerisola y el entonces diputado Luis Sacca (UCR) están procesados. En otro caso, Cano está denunciado directamente por desvío de fondos de la UNT para las campañas electorales de 2009-2011 que compartió con Silvia Elías de Pérez y Sacca. Un detalle, el Rectorado informó que no puede reconstruir el expediente solicitado por un fiscal durante la investigación.
Para el ApB un triunfo significa en realidad un empate con el oficialismo. Aún así no despuntan candidatos firmes. Es como si presagiaran una derrota y nadie quiere prestar la firma. Es el mayor temor de Cano, sepultar con dos años de anticipación su ilusión de ocupar el sillón de Lucas Córdoba. En tanto, la idea de utilizar las PASO para dirimir las candidaturas es una posibilidad. Al menos eso trascendió de un encuentro que Rogelio Frigerio mantuvo con Cano y Amaya.
Si se parte de la crisis de los relatos de Macri y el kirchnerismo –la detención de Milani por su participación en la dictadura, comportándose además como una “oposición” a pedido del macrismo– puede pensarse el desafío provincial para que el Frente de Izquierda se desarrolle como alternativa política en una provincia encerrada en una falsa polarización.